COPENHAGUE, 9 ene.- Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca, vuelve al centro del escenario geopolítico tras el renovado interés del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien no ha descartado medidas coercitivas para adquirir la isla más grande del mundo.
Una posición estratégica en el Ártico
Con casi 2,2 millones de kilómetros cuadrados y una ubicación privilegiada entre los océanos Atlántico y Ártico, Groenlandia es clave para la estrategia de defensa estadounidense, especialmente ante el deshielo progresivo del Ártico que abre nuevas rutas comerciales y oportunidades políticas.
La creciente influencia de Rusia y China en la región preocupa a Washington, que ya posee presencia militar en Groenlandia gracias a un acuerdo de defensa con Dinamarca. En 2018, el Gobierno danés bloqueó una inversión china en aeropuertos groenlandeses por razones de seguridad, en línea con las inquietudes estadounidenses.
Recursos naturales sin explotar
El subsuelo de Groenlandia alberga vastas reservas de petróleo, equivalentes a la mitad de las de Arabia Saudí, y tierras raras, esenciales para la tecnología moderna. Sin embargo, las difíciles condiciones climáticas, la falta de infraestructura y las restricciones medioambientales han frenado la explotación de estos recursos.
En los últimos años, varios proyectos mineros y petroleros han sido abandonados por su viabilidad económica incierta, mientras que decisiones políticas, como la paralización de un proyecto minero con capital chino, han añadido inseguridad jurídica.
Un historial de interés estadounidense
Desde el siglo XIX, Estados Unidos ha intentado adquirir Groenlandia en diversas ocasiones. En 1946, ofreció 100 millones de dólares a Dinamarca tras establecer una presencia militar en la isla durante la Segunda Guerra Mundial para contrarrestar a los nazis. Más recientemente, en 2019, Trump propuso comprar la isla, lo que generó tensiones diplomáticas con Dinamarca.
Autonomía y autodeterminación
Groenlandia goza de un Estatuto de Autonomía desde 2009 que incluye el derecho a la autodeterminación mediante referendo, aunque su economía depende en gran medida de la ayuda danesa, que representa casi la mitad de su presupuesto. A pesar de los planes de autosuficiencia basados en la explotación de recursos, el autogobierno ha avanzado poco en los últimos 15 años.
Una disputa que trasciende fronteras
El renovado interés de Trump por Groenlandia refleja no solo su valor geopolítico y económico, sino también la creciente competencia entre potencias por el control del Ártico, una región que define el futuro político, ambiental y comercial del planeta.