Miami (EE.UU.), 17 oct.- Aunque ducharse parece una actividad cotidiana y saludable, expertos advierten que ciertas prácticas frecuentes —como hacerlo demasiado seguido, usar utensilios inadecuados o aplicar mal los productos— pueden afectar la barrera cutánea, debilitar el cabello y favorecer problemas como irritaciones o acné, según un informe de The Times.
Los especialistas en dermatología y tricología explican que pequeños cambios en los hábitos pueden marcar una gran diferencia en la salud de la piel y el cuero cabelludo. Desde la frecuencia de las duchas hasta el orden del lavado, cada paso influye en el bienestar corporal.
1. Ducharse con demasiada frecuencia reseca la piel
El dermatólogo Jonathan Kentley, de la clínica Montrose London, advierte que ducharse más de una vez al día elimina los aceites naturales que protegen la piel. La barrera formada por grasas y proteínas mantiene la hidratación y evita irritantes, pero una higiene excesiva la debilita, causando sequedad, picor, eccema o dermatitis. Una ducha diaria suele ser suficiente, salvo tras entrenamientos intensos.
2. Ducharse de noche puede ser más saludable
Aunque la ducha matutina despierta, Kentley señala que hacerlo por la noche ayuda a eliminar contaminantes, sudor y restos de productos acumulados durante el día. Dormir con la piel limpia reduce la obstrucción de los poros y mejora la salud cutánea, especialmente en ambientes urbanos con alta polución.
3. Lavar primero el cabello y luego el cuerpo
Muchos cometen el error de lavar el cuerpo antes del cabello. Los champús y acondicionadores contienen ingredientes que pueden irritar o taponar los poros si caen sobre una piel recién limpia. Por eso, los expertos recomiendan lavar primero el cabello, enjuagarlo bien y luego higienizar el rostro y el cuerpo.
4. Cuidado con las esponjas vegetales y accesorios húmedos
Las esponjas exfoliantes pueden convertirse en un foco de bacterias y hongos, al mantener la humedad y el calor. Esto puede provocar foliculitis (inflamación en los folículos pilosos). Los dermatólogos aconsejan enjuagarlas, dejarlas secar completamente y cambiarlas con frecuencia, o incluso prescindir de ellas y lavarse con las manos.
5. Evitar peinar el cabello mojado
El cabello mojado es más débil y propenso a romperse. Se recomienda usar un peine de dientes anchos para desenredarlo suavemente. Una vez semi seco, se puede usar un cepillo de cerdas naturales para alisar y proteger la estructura capilar.
6. Hidratar la piel inmediatamente después de la ducha
El agua no hidrata por sí sola. Si no se sella la humedad, la piel puede volverse más seca. Los expertos aconsejan aplicar crema o loción dentro de los primeros 2 a 3 minutos tras salir de la ducha para conservar el agua en la barrera cutánea y prevenir la resequedad, sobre todo en pieles sensibles o con eccema.
7. Instalar un filtro en la ducha protege la piel y el cuero cabelludo
Según la tricóloga Samantha Trace, los cabezales de ducha con filtro eliminan cloro, metales pesados y sustancias químicas que resecan e irritan la piel. Además, ayudan a mantener un cabello más suave y sano, especialmente en zonas con agua dura, donde los depósitos minerales pueden dañar las fibras capilares.
En conclusión, cuidar la piel y el cabello va más allá de los productos que se usan: el modo y la frecuencia con que uno se ducha son claves. Cambiar pequeños hábitos puede prevenir daños acumulativos, mejorar la apariencia del cuerpo y promover una higiene más efectiva y equilibrada.








