Caracas, 8 de agosto.- Venezuela se encuentra una vez más en el centro de una tormenta política, luego de que el canciller Yván Gil acusara al prestigioso Centro Carter de respaldar lo que calificó como un “golpe de Estado” tras las elecciones presidenciales del 28 de julio. Estas declaraciones surgen después de que la organización internacional, que participó como observador electoral, publicara un análisis que sugiere que el verdadero ganador de las elecciones no es el presidente Nicolás Maduro, sino el candidato opositor Edmundo González Urrutia.
En una intervención a través de la plataforma X, Gil expresó su indignación, denunciando que “es una vergüenza que una institución de tal calibre participe en un plan para subvertir el orden democrático, apoyando los delitos electorales más viles jamás vistos en la historia republicana de Venezuela, perpetrados por lo que llamó hordas fascistas”. Las palabras del canciller reflejan la gravedad de la situación y la tensión creciente en el país.
El Centro Carter, fundado por el expresidente estadounidense Jimmy Carter y conocido por su labor en la promoción de la democracia y los derechos humanos, había sido invitado por el propio Consejo Nacional Electoral (CNE) para observar el proceso electoral, en parte debido a la reputación de seriedad que la organización mantiene en este tipo de misiones. Sin embargo, las conclusiones del centro, publicadas el 30 de julio, son contundentes: el proceso electoral “no se adecuó a los parámetros y estándares internacionales de integridad electoral, por lo que no puede ser considerado como democrático”.
Jennie Lincoln, la jefa de la misión de observación en Venezuela, ha sido el blanco de duras críticas por parte de Gil, quien la calificó como “asalariada del Departamento de Estado”. Gil arremetió contra ella acusándola de mentir descaradamente y de socavar el prestigio construido por Jimmy Carter, afirmando que “todo el trabajo y prestigio” de Carter han sido “lanzados a la basura” por las acciones de Lincoln.
La respuesta del gobierno venezolano a las declaraciones del Centro Carter no se hizo esperar. Maduro, visiblemente irritado, sugirió que el informe de la institución estaba preparado desde hacía un mes y que solo necesitaba un “picantico” final para ajustarse a la narrativa que, según él, se ha impuesto desde el exterior.
Por su parte, la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), coalición opositora, ha reforzado su postura de que González Urrutia fue el verdadero ganador de las elecciones. Según sus cifras, basadas en el 83,5 % de las actas electorales que han divulgado, González Urrutia habría obtenido una clara victoria sobre Maduro.
A pesar de la creciente controversia, el Consejo Nacional Electoral aún no ha publicado oficialmente las actas que certifiquen la victoria de Maduro, un paso que la normativa legal exige y que usualmente se realiza poco después de los comicios. En lugar de ello, el CNE ha transferido la responsabilidad de la “certificación” del resultado oficial al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), a solicitud de Maduro, lo que añade una capa adicional de incertidumbre y tensión a un país que ya enfrenta una profunda polarización política.
Este nuevo episodio en la historia electoral de Venezuela podría tener repercusiones a largo plazo tanto a nivel interno como en las relaciones internacionales del país, que sigue luchando por encontrar estabilidad en medio de un entorno político volátil y altamente dividido.