PEKÍN/WASHINGTON, 8 JUNIO.- Las tensiones entre Estados Unidos y China volverán a ocupar el centro de la agenda internacional este lunes, cuando ambas potencias celebren una reunión comercial en Londres para abordar una serie de disputas que han reavivado la confrontación bilateral pese a la tregua arancelaria pactada en Ginebra el mes pasado.

En aquel acuerdo, Washington se comprometió a reducir sus aranceles del 145 % al 30 % y Pekín del 125 % al 10 %, durante tres meses. Sin embargo, desde entonces, las fricciones no han cesado y se han intensificado en torno a tres asuntos clave: los chips de inteligencia artificial, las restricciones a estudiantes chinos en EE.UU., y las exportaciones de tierras raras.

Una llamada presidencial para calmar las aguas

La reunión fue convocada tras una llamada telefónica entre el presidente estadounidense Donald Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, que Trump calificó como “muy positiva”. A raíz de este contacto, ambas partes acordaron reunirse en la capital británica con el objetivo de reencauzar los compromisos adquiridos en Suiza.

Estados Unidos estará representado por el secretario del Tesoro, Scott Bessent; el secretario de Comercio, Howard Lutnick; y el embajador Jamieson Greer, representante comercial. Por parte de China, la delegación será liderada por el vice primer ministro He Lifeng, mano derecha de Xi Jinping en asuntos económicos.

Chips de Huawei y exportaciones bajo lupa

El detonante de las nuevas tensiones fue la publicación, un día después de la tregua, de una guía del Departamento de Comercio estadounidense que señalaba que los chips Ascend de Huawei podrían haber sido fabricados con tecnología estadounidense, lo que constituiría una violación de los controles de exportación.

A su vez, Pekín endureció su control sobre las exportaciones de tierras raras —minerales estratégicos para la producción de vehículos eléctricos y equipos tecnológicos—, obligando desde el 2 de abril a las empresas extranjeras a solicitar permisos para exportarlas. No obstante, en un intento por calmar los ánimos, China anunció el sábado la aprobación de “ciertas solicitudes” de exportación y expresó su disposición a “reforzar el diálogo” con los países afectados.

Casi 300.000 estudiantes en la cuerda floja

Otro de los temas más delicados será la cancelación masiva de visados a estudiantes chinos en EE.UU., que alcanzaron los 277.400 el año pasado, representando cerca del 25 % del total. El secretario de Estado, Marco Rubio, anunció el 28 de mayo la revocación de visados a aquellos con presuntos vínculos con el Partido Comunista Chino o que estudien en sectores estratégicos.

Este movimiento fue duramente criticado por China, que lo interpretó como una acción discriminatoria y una ruptura directa de los términos de distensión acordados en Ginebra.

Expectativas y desafíos

Ambos gobiernos coinciden en que la reunión del lunes representa una oportunidad crítica para estabilizar la relación. En un editorial, la agencia estatal Xinhua pidió a ambas partes “valorar esta oportunidad” y llamó a “recalibrar el rumbo del gran barco de las relaciones entre China y Estados Unidos”, una expresión utilizada por Xi Jinping durante su conversación con Trump.

Pese al tono diplomático, el trasfondo sigue siendo tenso: mientras Washington acusa a Pekín de incumplir la tregua con barreras comerciales y control sobre materiales estratégicos, China reprocha a EE.UU. nuevas restricciones “unilaterales y discriminatorias” en el sector tecnológico y educativo.

En este escenario, el encuentro de Londres podría marcar un punto de inflexión decisivo —ya sea para restaurar una senda de cooperación o para escalar en una nueva etapa del conflicto comercial más determinante del siglo XXI.

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