MADRID, 2 JUNIO – El humo generado por los devastadores incendios forestales que azotan a Canadá ha alcanzado cielos de Europa occidental, incluyendo el noroeste de España. Sin embargo, según explicó el meteorólogo José Miguel Viñas de Meteored, no representa un peligro para la salud debido a que las partículas permanecen en capas altas de la atmósfera, entre 3.000 y 4.000 metros sobre el nivel del suelo.

Impacto atmosférico limitado

Viñas destacó que aunque una primera “pluma” de este humo llegó ayer a Galicia y parte del Cantábrico español, las concentraciones no fueron significativas ni visibles al ojo humano. Además, esta pluma se mezcló con la calima existente, lo que dificultó aún más su percepción. “Incluso si estuviera despejado, sería difícil apreciar el humo debido a su ubicación en altitudes elevadas”, afirmó el experto.

A diferencia de Europa, donde el impacto es mínimo, tanto Canadá como Estados Unidos enfrentan niveles preocupantes de contaminación provocada por estos incendios. Las autoridades locales han emitido avisos por mala calidad del aire, recomendando evitar actividades físicas al aire libre y reducir la exposición durante horas de mayor concentración de partículas.

Perspectiva global

El meteorólogo también señaló que, dada la magnitud de los incendios en Canadá y la persistencia de muchos focos activos, es probable que nuevas oleadas de humo crucen el Atlántico hacia Europa en las próximas semanas. Hasta ahora, Francia e Irlanda han sido algunas de las regiones donde más se ha notado visualmente esta presencia atmosférica.

Causas detrás de los incendios

Viñas contextualizó los incendios canadienses dentro de un patrón climático emergente. Aunque es común que regiones boreales como Canadá o Siberia experimenten grandes incendios en verano, estas áreas históricamente cuentan con abundante nieve en invierno y agua disponible en primavera, lo que retrasa el inicio de la temporada de incendios.

Sin embargo, en los últimos años, estas zonas han sufrido interrupciones bruscas en sus ciclos climáticos, con olas de calor anómalas que adelantan considerablemente el riesgo de incendios. “Hace años era impensable que temperaturas tan cálidas afectaran tan temprano a estas regiones. Ahora, fenómenos como este están fusionando la nieve rápidamente y creando condiciones favorables para los incendios antes de tiempo”, indicó el meteorólogo.

Este cambio abrupto en las tendencias climáticas refuerza las preocupaciones sobre el impacto del cambio climático en regiones tradicionalmente frías, transformando paisajes y alterando temporadas clave para la prevención de incendios.

Previsión de futuras oleadas

Con la situación en Canadá lejos de resolverse a corto plazo, es probable que el humo continúe viajando hacia Europa. Aunque no entraña riesgos directos para la salud en esta región, su presencia sirve como recordatorio visual de cómo los eventos climáticos extremos pueden tener efectos transcontinentales.

En España, especialmente en el noroeste peninsular, se mantienen monitoreos continuos para evaluar cualquier cambio en las condiciones atmosféricas. Por ahora, las partículas siguen dispersándose a gran altura, asegurando que la calidad del aire en superficie permanece intacta.

Esta circunstancia subraya la importancia de adoptar medidas globales contra el cambio climático, dado que fenómenos como los incendios forestales en Canadá ya no son problemas aislados, sino señales de alerta que afectan a comunidades distantes en todo el mundo.

Con el verano apenas comenzando, queda por verse si estas condiciones seguirán escalando en Canadá y qué implicaciones tendrán para otros países, tanto desde el punto de vista ambiental como sanitario. Mientras tanto, Europa observa con cautela cómo el humo de otro continente puede llegar silenciosamente hasta sus cielos, recordándonos la conectividad de nuestro planeta en tiempos de crisis climática.

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