TORONTO, 20 abril.- A pocos días de las elecciones federales del 28 de abril en Canadá, un cambio significativo está ocurriendo en el panorama político del país: mientras el sentimiento separatista disminuye en Quebec, gana fuerza en las provincias occidentales, especialmente en Alberta, el corazón de la industria petrolera canadiense. Este cambio refleja tensiones regionales que podrían tener implicaciones importantes para la unidad nacional.
Una Victoria Proyectada para los Liberales
Las encuestas actuales predicen una victoria cómoda para el primer ministro liberal, Mark Carney, a pesar de que el Partido Conservador lideraba las preferencias a principios de este año. En Quebec, tradicionalmente un bastión del separatismo, los liberales han ampliado su ventaja, con un apoyo del 48%, muy por delante del Bloc Québécois, que se encuentra 23 puntos por detrás.
Muchos soberanistas quebequenses han abandonado sus aspiraciones independentistas para respaldar a los liberales, viendo en el gobierno de Carney un “baluarte” contra amenazas externas, particularmente las políticas proteccionistas y agresivas del presidente estadounidense Donald Trump. Este cambio marca una tendencia histórica en la provincia, donde el movimiento separatista ha sido durante décadas una fuerza dominante.
Alberta: El Nuevo Foco del Separatismo
Mientras tanto, en Alberta y, en menor medida, en Saskatchewan, el descontento hacia el gobierno federal está alimentando un creciente sentimiento separatista. Una encuesta reciente reveló que tres de cada diez residentes de estas provincias considerarían la posibilidad de separarse si los liberales ganan las elecciones. Este resentimiento está impulsado principalmente por frustraciones económicas relacionadas con las políticas energéticas federales, que muchos en Alberta perciben como hostiles hacia su industria petrolera.
La primera ministra de Alberta, Danielle Smith, ha expresado públicamente su descontento con Ottawa, exigiendo mayor atención a las demandas de su provincia. Su retórica ha avivado el debate sobre la unidad nacional, aunque no ha llegado a abogar abiertamente por la secesión.
Preston Manning Enciende la Polémica
El exlíder del Partido Reformista, Preston Manning, añadió más combustible al debate con un artículo de opinión publicado en The Globe and Mail. Manning describió al gobierno de Carney como una “amenaza para la unidad nacional”, argumentando que el descontento en Alberta podría derivar en movimientos separatistas similares a los que alguna vez caracterizaron a Quebec.
Sin embargo, expertos académicos como Grace Skogstad, profesora de ciencias políticas de la Universidad de Toronto especializada en federalismo canadiense, destacaron que el descontento en Alberta tiene raíces económicas más que étnicas o culturales. “Alberta se siente históricamente irrespetada, particularmente en lo que respecta a la política energética”, explicó Skogstad.
Por su parte, Lewis Krashinsky, politólogo de la misma institución, señaló que, a pesar del genuino resentimiento, un referéndum sobre la separación sigue siendo improbable. “Este es un momento único en Canadá donde la identidad y la unidad nacionales están en su punto más fuerte”, comentó.
Diferencias con el Separatismo Quebequense
Ambos académicos coinciden en que la falta de un líder separatista carismático y organizado en Alberta, a diferencia de figuras como René Lévesque en los movimientos independentistas de Quebec, reduce significativamente la posibilidad de un impulso serio hacia la secesión. Sin embargo, advierten que el descontento regional debe ser abordado por el gobierno federal para evitar que el resentimiento se profundice.
Un Momento Clave para la Unidad Nacional
A medida que Canadá se acerca a las elecciones federales, el contraste entre el declive del separatismo en Quebec y su resurgimiento en Alberta plantea preguntas fundamentales sobre el futuro del federalismo canadiense. Mientras Quebec parece haber encontrado una nueva estabilidad bajo el liderazgo liberal, Alberta enfrenta tensiones que podrían poner a prueba la cohesión del país.
Para Mark Carney, la victoria proyectada en las urnas podría ser tanto una oportunidad como un desafío. Ganar las elecciones no solo consolidará su liderazgo, sino que también le exigirá abordar las preocupaciones de las provincias occidentales para mantener la unidad nacional en un momento de cambio político sin precedentes.