BOGOTÁ, 26 de marzo — Al menos 19 personas, entre ellas un policía, resultaron heridas este miércoles tras la activación de una motocicleta cargada con explosivos en el municipio de Piendamó, en el departamento del Cauca, al suroeste de Colombia. El atentado ocurrió cerca de una estación de policía y refleja una preocupante escalada de violencia atribuida a disidencias de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El Ataque: Una Motocicleta Bomba en Piendamó
El explosivo fue detonado en las cercanías de una estación de policía en Piendamó, ubicado en el área metropolitana de Popayán, capital del departamento del Cauca. Según informes de la Policía Nacional, el ataque dejó heridos a 18 civiles y un agente de policía. Cuatro de los heridos, incluido el policía, fueron trasladados de urgencia a centros médicos en Popayán debido a la gravedad de sus lesiones. Las otras 14 personas sufrieron afectaciones por aturdimiento, pero sus condiciones no son consideradas críticas.
El gobernador del Cauca, Octavio Guzmán, calificó los hechos como “una escalada preocupante que afecta directamente a la población civil y a las fuerzas del orden”. A través de X (antes Twitter), Guzmán destacó que estos ataques evidencian el impacto desproporcionado que la violencia tiene sobre comunidades vulnerables.
Ola de Violencia en el Departamento del Cauca
En paralelo al atentado en Piendamó, el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, reportó otros incidentes violentos en al menos siete municipios del Cauca. Estos incluyeron ataques con explosivos, drones, hostigamientos armados y la distribución de panfletos intimidatorios. Según Sánchez, estas acciones fueron perpetradas por facciones de las disidencias de las FARC que no se acogieron al acuerdo de paz firmado en 2016 entre el Estado colombiano y la antigua guerrilla.
“No podemos permitir que estos grupos pretendan conmemorar con más violencia a quienes sólo dejaron miseria y dolor en Colombia”, declaró el ministro en referencia al aniversario de la muerte natural de Manuel Marulanda Vélez, alias “Tirofijo”, el primer líder de las FARC.
Algunas de estas facciones disidentes se autoproclaman como la continuidad de la antigua guerrilla, pese a que más de 13.000 combatientes entregaron las armas tras el acuerdo de paz. Sin embargo, su persistencia en actividades criminales ha exacerbado la inseguridad en varias regiones del país.
Escalada de Violencia y Desafíos para el Gobierno
El ataque en Piendamó forma parte de una creciente ola de violencia que afecta a Colombia, donde varios grupos armados ilegales disputan el control de territorios estratégicos para economías ilícitas como el narcotráfico, la minería ilegal y el contrabando. Desde su nombramiento como ministro de Defensa a principios de marzo, Pedro Sánchez ha prometido priorizar la recuperación del control territorial y enfrentar a estas organizaciones.
El departamento del Cauca, en particular, ha sido escenario recurrente de enfrentamientos entre disidencias de las FARC, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y otras bandas criminales. La falta de presencia efectiva del Estado en zonas rurales ha permitido que estos grupos consoliden su poder y perpetúen ciclos de violencia.
Impacto en la Población Civil
Los ataques con explosivos y otros métodos indiscriminados han dejado a la población civil como principal víctima de esta escalada de violencia. En el caso de Piendamó, los habitantes locales han expresado su temor ante la posibilidad de nuevos ataques. “Estamos atrapados entre los grupos armados y la falta de protección del Estado”, señaló un residente local, quien prefirió mantenerse en anonimato.
El uso de motocicletas bomba, un método común en ataques atribuidos a grupos armados ilegales, ha sido ampliamente condenado por su capacidad de causar daños colaterales masivos. Este tipo de incidentes no solo afecta físicamente a las víctimas, sino que también genera un clima de terror y desconfianza en las comunidades.
Conclusión
El atentado en Piendamó y los múltiples incidentes reportados en el Cauca subrayan la persistencia de dinámicas violentas en Colombia, incluso después del histórico acuerdo de paz de 2016. Mientras las disidencias de las FARC y otros grupos armados continúen operando sin control, la población civil seguirá siendo la principal víctima de estos conflictos.
Para el gobierno colombiano, garantizar la seguridad en regiones como el Cauca representa un desafío fundamental. Sin embargo, la solución requiere no solo acciones militares, sino también esfuerzos sostenidos para fortalecer la presencia institucional y ofrecer alternativas económicas y sociales a comunidades vulnerables.
Mientras tanto, las cicatrices de la violencia siguen marcando el presente de Colombia, recordando la urgencia de abordar las raíces del conflicto para construir un futuro más pacífico.