São Paulo, 16 feb.- La creciente demanda de medicamentos para la pérdida de peso en Brasil ha desatado una ola sin precedentes de robos violentos en farmacias, impulsada principalmente por el auge de productos como Ozempic, Wegovy y Saxenda. Estos medicamentos, conocidos por su eficacia en la reducción de peso y su alto costo, se han convertido en un botín codiciado para bandas criminales que ven en ellos una fuente lucrativa de ingresos. Según un informe reciente del New York Times, la ciudad de São Paulo, la más grande del país, es ahora un epicentro de estos delitos, con un alarmante aumento en los asaltos a establecimientos farmacéuticos.


El Modus Operandi de los Asaltantes

El 26 de enero de 2024, David Fernando, un farmacéutico de 36 años que trabajaba en una farmacia del centro de São Paulo, vivió en carne propia la escalada de violencia. Un hombre armado irrumpió en el local, exigiendo no solo dinero de la caja registradora, sino también medicamentos específicos del refrigerador. “Me pidió Ozempic”, recordó Fernando, quien ya había sido víctima de dos asaltos previos bajo circunstancias similares.

Ozempic, un medicamento originalmente diseñado para tratar la diabetes tipo 2 pero popularizado por su efecto secundario de pérdida de peso, cuesta entre 700 y 1.100 reales brasileños (aproximadamente entre 120 y 190 dólares) por caja. Este precio es prohibitivo para la mayoría de los brasileños, cuyo ingreso promedio mensual ronda los 300 dólares, lo que ha generado un mercado negro donde los productos robados se revenden a precios inflados.


La Influencia de las Celebridades en la Demanda

La fiebre por Ozempic se ha intensificado gracias a la visibilidad que figuras públicas brasileñas han dado al medicamento en redes sociales como Instagram y TikTok. Celebridades como Luiza Possi, Wesley Safadão y Jojo Todynho han compartido abiertamente sus experiencias con el fármaco, destacando su capacidad para perder peso rápidamente. Esta exposición mediática ha disparado la demanda, convirtiendo a Ozempic en un símbolo de estatus y deseabilidad.

Sin embargo, esta obsesión colectiva ha tenido consecuencias graves. A medida que más personas buscan adquirir el medicamento, algunos recurren a métodos extremos, incluyendo el crimen organizado, para obtenerlo.


Un Problema en Escalada

Según datos de la Policía de São Paulo, los robos relacionados con Ozempic y otros medicamentos similares han aumentado drásticamente en los últimos años:

  • 2022: 1 robo registrado.
  • 2023: 18 robos.
  • Primer mes de 2024: Ya se reportaron 39 robos.

Aunque estas cifras podrían estar subestimadas debido a la falta de detalles en los informes policiales, los especialistas coinciden en que los asaltos se han vuelto una “tendencia preocupante”. Las farmacias en las zonas más ricas de la ciudad han adoptado medidas extremas para protegerse, como contratar guardias armados o incluso retirar Ozempic de sus estanterías.

Wilson Martins, gerente de una farmacia en el oeste de São Paulo, explicó que su tienda ya no tiene el medicamento en stock. “Si alguien me pregunta por Ozempic, les respondo que no lo tenemos. Así, no tenemos problemas”, dijo. Sin embargo, añadió que mantiene un machete enfundado detrás del mostrador por si llegaran a intentarlo de nuevo.


Robos Complejos y Fraudes en Línea

La situación ha evolucionado más allá de simples asaltos a farmacias. Algunas bandas organizadas han comenzado a atacar camiones de distribución, coordinando robos con empleados de empresas de transporte. Según Pedro Ivo Corrêa dos Santos, jefe de la policía en el Departamento de Investigación Criminal de São Paulo, estos grupos operan con un alto nivel de sofisticación, demostrando la complejidad de las redes criminales detrás del fenómeno.

Además, los delincuentes han recurrido a fraudes en línea. Un modus operandi común es realizar compras a través de aplicaciones de entrega, donde los ladrones intercambian el producto original por versiones falsificadas. Esto no solo pone en riesgo a los establecimientos, sino también a los consumidores, quienes podrían terminar con medicamentos ineficaces o peligrosos.


El Contexto Socioeconómico

El contexto socioeconómico de Brasil ha exacerbado este problema. Según un estudio del Ministerio de Salud, la obesidad afecta al 24% de los adultos en las grandes ciudades, lo que ha aumentado la demanda de tratamientos para la pérdida de peso. Sin embargo, muchos brasileños no pueden permitirse pagar los altos costos de estos medicamentos, lo que ha dado lugar a un mercado paralelo alimentado por productos robados.

Las ventas de Ozempic en Brasil pasaron de 27,5 millones de dólares en 2019 a 621,6 millones de dólares en 2023, según datos de IQVIA, una empresa global de análisis de salud. A pesar de este crecimiento, el mercado brasileño sigue siendo pequeño en comparación con el de Estados Unidos, donde las ventas ascendieron a 30,3 mil millones de dólares en el mismo año.


Una Solución Potencial: Los Genéricos

En 2026, cuando expire la patente de semaglutida, el principio activo de Ozempic, se espera que la introducción de versiones genéricas reduzca significativamente los precios de los medicamentos. Esto podría disminuir la motivación para robarlos y aliviar la presión sobre las farmacias. Sin embargo, hasta entonces, los establecimientos seguirán enfrentando un dilema: cómo ofrecer estos productos sin exponerse a los riesgos de robos y fraudes.


Conclusión: Un Problema Multifacético

Los robos de Ozempic son más que un fenómeno criminal; son un reflejo de la creciente desigualdad económica y la obsesión por la imagen corporal en Brasil. Resolver este problema requiere no solo medidas de seguridad más estrictas, sino también un cambio profundo en la forma en que se aborda la salud pública y el acceso a tratamientos médicos en el país. Mientras tanto, el mercado negro de Ozempic sigue creciendo, dejando a las farmacias de São Paulo atrapadas en una batalla feroz por productos que muchos no pueden pagar, pero que ansían tener.

Como señaló Elis Regina Peixoto, gerente de una farmacia que hasta ahora ha escapado de los robos: “En el nombre de Jesús, no seremos robados”. Su declaración resume la mezcla de desesperación y fe que caracteriza a muchos en esta crisis.

Publicidad