Paramaribo, Surinam, 25 dic.- Desi Bouterse, líder militar que protagonizó el golpe de Estado de 1980 en Surinam y posteriormente ejerció como presidente electo a pesar de estar implicado en casos de narcotráfico y asesinatos, falleció este miércoles a los 79 años. La causa de su muerte no ha sido revelada.

El vicepresidente de Surinam, Ronnie Brunswijk, expresó en redes sociales: «La vida de Bouterse tuvo un impacto duradero en nuestro país y sus esfuerzos no serán olvidados». Decenas de seguidores se reunieron frente a su residencia, muchos vestidos de púrpura, color de su partido político.

Un legado controvertido
Bouterse, nacido el 13 de octubre de 1945, fue una figura polarizadora en la historia de Surinam. Para sus partidarios, era un líder carismático con programas sociales que beneficiaron a los sectores más vulnerables. Sus críticos, sin embargo, lo recuerdan como un dictador asociado con violaciones a los derechos humanos y crímenes de alto perfil.

En 1982, Bouterse fue señalado como principal responsable de los “Asesinatos de Diciembre”, que cobraron la vida de 15 opositores al régimen militar. En 2023, tras un juicio de 16 años, fue condenado a 20 años de prisión por estos hechos, aunque nunca llegó a cumplir la sentencia.

De militar a político populista
Tras liderar un golpe de Estado en 1980 que derrocó al primer ministro Henck Arron, Bouterse justificó sus acciones diciendo: «Tomamos el control porque queremos salvar a este país de la ruina». Sin embargo, su régimen estuvo marcado por la represión y el aislamiento internacional, especialmente tras los asesinatos de opositores en 1982.

En 1987, aceptó la celebración de elecciones libres, aunque mantuvo influencia sobre el gobierno a través del ejército. Bouterse dejó oficialmente la milicia en 1993 y se dedicó a la política, fundando el Partido Democrático Nacional (NDP). Fue elegido presidente en 2010, promoviendo políticas sociales inspiradas en el modelo de Hugo Chávez.

Crisis económica y política
Su segundo mandato, iniciado en 2015, estuvo marcado por una grave crisis económica derivada de políticas fiscales insostenibles. La moneda nacional sufrió una fuerte devaluación, y el país acumuló grandes deudas con acreedores internacionales. A medida que su popularidad disminuía, Bouterse recurrió a tácticas autoritarias, como amenazas a jueces y censura de libros escolares que mencionaban los crímenes de su régimen.

Un impacto duradero
El historiador holandés Pepijn Reeser, autor de una biografía sobre Bouterse, destacó: «Ningún líder ha moldeado la historia de Surinam como él. Fue el primero en romper las barreras de clase, pero también el primero en usar la violencia política y convertir al país en un punto de tránsito para el narcotráfico».

Bouterse deja un legado contradictorio. Para algunos, fue un símbolo de cambio; para otros, una figura que perpetuó la inestabilidad y el sufrimiento en Surinam. Su muerte cierra un capítulo crucial en la historia de la nación, que aún enfrenta los desafíos de reconciliar su pasado con su futuro.

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