WASHINGTON DC, 8 Sep.- Los preparativos para el debate presidencial del 5 de noviembre, que enfrentará a Donald Trump y Kamala Harris, muestran dos enfoques muy distintos en la campaña electoral. El debate, que se llevará a cabo en los estudios de ABC en Filadelfia, se perfila como el único cara a cara entre los candidatos debido a la proximidad de las elecciones y la importancia de captar a los votantes indecisos.
Donald Trump, en su último mitin en Wisconsin, minimizó la importancia del debate, sugiriendo que podría “destrozar” a Harris y criticando la cobertura mediática que anticipa una posible humillación por parte de los medios. Trump ha optado por descalificar a Harris, cuestionando su experiencia y sus logros, y ha insinuado que ella se ha estado preparando intensamente para enfrentarle.
En contraste, Kamala Harris ha adoptado un enfoque más meticuloso. Según el New York Times, Harris ha pasado cinco días en un hotel en Pittsburgh, simulando el entorno del debate con un ‘doble’ de Trump para ensayar posibles interacciones. Este enfoque de preparación intensiva contrasta con el estilo más improvisado de Trump, quien ha afirmado que su preparación ha sido a lo largo de su vida y que su conocimiento de los temas políticos es suficiente.
El círculo de Trump está preocupado de que su estilo podría centrarse demasiado en ataques personales en lugar de abordar temas políticos, un riesgo que podría alienar a los votantes indecisos. Por otro lado, Harris está intentando asegurar que su preparación la ponga en una posición fuerte para responder a cualquier desafío que le plantee Trump.
El debate será un momento crucial en la campaña, con el potencial de influir significativamente en la opinión de los votantes.