Bogotá, 4 agosto.- Gustavo Petro, el primer presidente colombiano de izquierdas, ha marcado un estilo de gobernar distintivo en sus primeros dos años de mandato, caracterizado por una alta participación de los sectores populares y un enfoque personalista que limita la crítica.
En su discurso de investidura el 7 de agosto de 2022, Petro enfatizó la importancia de gobernar desde la cercanía con el pueblo: “No se gobierna a distancia, alejado del pueblo y desconectado de sus realidades. Todo lo contrario, se gobierna escuchando.” Desde entonces, ha abierto las puertas de la Casa de Nariño a campesinos, afrocolombianos, indígenas y sindicalistas, a quienes considera fundamentales para el “constituyente primario.”
Petro ha iniciado lo que él denomina “el Gobierno del cambio,” apoyado por un grupo cercano de expertos y amigos, muchos de los cuales tienen una larga historia con él desde sus días en la guerrilla del M-19 o su carrera política. El senador Iván Cepeda, miembro de la coalición de izquierdas Pacto Histórico, sostiene que el gobierno ha tenido un impacto positivo en áreas clave como la economía y el proceso de paz. Cepeda destaca la reducción de la tasa de desempleo, la estabilidad del dólar y los avances en el sector agropecuario como logros significativos.
Sin embargo, la gestión de Petro ha enfrentado desafíos notables. La tendencia a ignorar opiniones divergentes y la exclusión de voces técnicas y centristas han generado tensiones dentro de su administración. Las salidas de ministros clave como Alejandro Gaviria (Educación), Cecilia López (Agricultura), José Antonio Ocampo (Hacienda) y Jorge Iván González (Departamento Nacional de Planeación) han dejado el Gabinete con una representación más radical.
Laura Sarabia, directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), ha ganado influencia como la mano derecha del presidente, controlando el acceso a Petro y consolidando su poder dentro del gobierno. Según el analista político Yann Basset, esta concentración de poder en un círculo reducido de confianza, a menudo sin la experiencia necesaria, ha afectado la eficiencia y la percepción del gobierno.
Además, la administración de Petro ha estado marcada por denuncias de corrupción, aunque sin condenas firmes hasta el momento. La defensa de Petro de sus colaboradores en medio de escándalos y la falta de negociación con otros partidos para obtener apoyo legislativo han exacerbado estas preocupaciones. El escándalo en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), presuntamente utilizado para pagar coimas a congresistas, ilustra cómo la corrupción está interrelacionada con las prácticas del Congreso y la gestión gubernamental.
A pesar de los avances en algunos frentes, los desafíos internos y los problemas de corrupción siguen siendo temas críticos para el gobierno de Gustavo Petro, cuyo estilo de liderazgo y decisiones políticas continúan siendo objeto de intenso debate en Colombia.