Copa América: Brasil, entre la decepción y la búsqueda de identidad

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Glendale, Arizona, 7 de julio. La selección de Brasil, bajo la dirección técnica de Dorival Júnior, enfrenta una crisis de resultados y estilo de juego tras su temprana eliminación en los cuartos de final de la Copa América por penaltis contra Uruguay. Esta situación ha despertado críticas y preocupaciones en cuanto a la capacidad del equipo para competir al más alto nivel sin figuras clave como Neymar.

La falta de un juego coherente y atractivo ha sido una constante en los encuentros disputados, lo cual ha llevado a muchos a cuestionar la ausencia del característico ‘jogo bonito’. El equipo no solo careció de creatividad y dinamismo, sino que también mostró una notable falta de liderazgo en el campo, especialmente en los momentos críticos de los partidos.

Uno de los problemas más evidentes ha sido la incapacidad de Vinícius Jr. y Rodrygo Goes, ambos del Real Madrid, para trasladar su forma de club a la selección nacional. Aunque se esperaba que asumieran roles protagónicos en ausencia de Neymar, ninguno de los dos ha logrado ser decisivo, con Vinícius mostrando destellos de su talento solo esporádicamente y Rodrygo incapaz de encontrar el fondo de la red.

La posición de delantero centro también ha sido un punto de dolor para Brasil, con experimentos como el de Rodrygo en un rol de ‘falso 9’ que no ha rendido frutos. La joven promesa Endrick, recientemente fichado por el Real Madrid, no ha tenido suficiente tiempo en el campo para demostrar su valía, dejando un vacío significativo en la delantera.

Además, la selección ha echado en falta laterales con capacidad ofensiva, un rol históricamente relevante en el esquema táctico de Brasil. Ni Danilo ni Wendell han logrado compensar la falta de profundidad y creatividad desde las bandas, limitando considerablemente las opciones de ataque del equipo.

Este panorama desalentador se ve agravado por la alta rotación en el banquillo técnico, con tres seleccionadores diferentes en menos de dos años. Esta falta de continuidad ha impedido el desarrollo de una identidad de juego clara y cohesiva, elemento crucial en la preparación para el próximo Mundial de 2026.

Brasil se enfrenta ahora al desafío de reconstruir y redefinir su enfoque con miras a las próximas eliminatorias, donde se medirá contra rivales como Ecuador y Paraguay. La necesidad de establecer una dirección clara y una estrategia a largo plazo nunca ha sido más crítica para la Canarinha, que busca volver a ser una potencia dominante en el fútbol mundial.

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