El Legado de la Crisis Migratoria en el Tapón del Darién: Contaminación, Deforestación y Desesperanza

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VILLA CALETA, Panamá, 6 de mayo.— Durante siglos, las comunidades indígenas Emberá han dependido del río Turquesa para su subsistencia. Este caudaloso curso de agua que atraviesa la selva del Darién siempre cambió con las estaciones, trayendo consigo lodo y sedimentos durante las lluvias. Sin embargo, nunca antes habían enfrentado una transformación tan devastadora como la que dejó la crisis migratoria que convirtió al Tapón del Darién en un epicentro de tránsito humano entre Colombia y Panamá.

Aunque el flujo migratorio ha disminuido drásticamente desde principios de 2023 tras medidas represivas implementadas por el gobierno del expresidente Donald Trump, los efectos ambientales persisten. La contaminación, la deforestación y la actividad delictiva vinculada a la migración han dejado una herida profunda en esta región biodiversa, afectando sobre todo a las comunidades locales que ahora luchan por sobrevivir en medio de un ecosistema severamente dañado.


Un Río Contaminado y sus Consecuencias Humanas

El río Turquesa, que alguna vez fue una fuente vital de agua limpia y alimentos, ahora está plagado de basura, gasolina y materia fecal. Las familias de Villa Caleta, una pequeña comunidad indígena a orillas del río, temen bañarse en sus aguas debido a los problemas de salud que han comenzado a aparecer.

“El río está contaminado con basura”, expresó Militza Olea, de 43 años, mientras señalaba las erupciones rojas que cubrían la piel de su sobrino de 3 años. “Tenemos que ser más cuidadosos cuando se bañan en el río porque a todos se les roncha la piel. Es un peligro hacia el niño”.

Los síntomas cutáneos no son el único problema. Los peces, que durante generaciones fueron la principal fuente de proteínas para estas comunidades, ahora tienen un olor nauseabundo a combustible debido a los residuos de gasolina que quedaron en el agua después de que miles de migrantes cruzaran el río en botes improvisados.

“Con los peces se siente el olor de gasolina”, comentó Cholino de Gracia, líder comunitario de la Comarca Emberá. “Y cuando vamos a pescar, no lo podemos (comer). Prácticamente estás comiendo un pescado de gasolina.”

Las pruebas realizadas por hidrólogos panameños en agosto de 2023 revelaron niveles alarmantes de bacterias coliformes fecales en el río, indicando la presencia de desechos humanos. Además, algunos residentes reportaron encontrar cuerpos en descomposición flotando frente a sus hogares, un recordatorio macabro de los riesgos que enfrentaban los migrantes que intentaban cruzar la selva.


La Basura Dejada Atrás: Un Costo Millonario

Según estimaciones oficiales, unos 1,2 millones de migrantes atravesaron el Tapón del Darién entre 2021 y 2023, dejando atrás aproximadamente 2.500 toneladas de basura. Limpiar esta cantidad de residuos costará alrededor de 12 millones de dólares, según autoridades panameñas.

El ministro de Medio Ambiente de Panamá, Juan Carlos Navarro, responsabiliza directamente al gobierno estadounidense por la crisis ambiental. Argumenta que, dado que la mayoría de los migrantes tenían como destino final Estados Unidos, Washington debería asumir el costo de la limpieza.

“No recogen su porquería ni pagan para que la recojamos nosotros”, declaró Navarro. “El responsable es Estados Unidos por abrir su frontera. Que lo pague Estados Unidos.”

Sin embargo, hasta ahora, la Casa Blanca no ha respondido oficialmente a estas demandas. En contraste, el gobierno del presidente saliente Joe Biden prometió 3 millones de dólares para apoyar a Panamá, pero esos fondos no han sido desembolsados bajo la administración de Trump.


Deforestación y Actividad Delictiva: El Lado Oscuro de la Migración

Junto con la contaminación, la migración masiva también facilitó la expansión de actividades ilegales en la región. El Clan del Golfo, un poderoso grupo criminal colombiano, aprovechó la ruta migratoria para establecer operaciones de minería ilegal, tala indiscriminada y cultivo de coca.

Según Henry Shuldiner, investigador de Insight Crime, el Clan del Golfo ha utilizado métodos destructivos para extraer oro, utilizando mercurio y cianuro que envenenan el suelo y el agua. Además, han talado grandes extensiones de selva para reemplazarlas con campos de coca, exacerbando la deforestación en el Darién.

En enero de 2024, las autoridades panameñas desmantelaron una red de minería ilegal y detuvieron a 10 personas, incluidos colombianos y panameños, acusados de contaminar la selva con productos químicos tóxicos.

“Estamos viendo un aumento en los despejes de tierras en los alrededores de estos municipios que bordean el Darién, en su mayor parte para el cultivo de coca,” señaló Shuldiner. “Están ocurriendo delitos ambientales, y el Clan del Golfo se está beneficiando directamente.”


Una Crisis Económica Paralela

Además de los problemas ambientales, las comunidades locales enfrentan una crisis económica. Durante el auge migratorio, muchos residentes de Villa Caleta y otras comunidades encontraron empleo temporal vendiendo alimentos, agua y otros bienes a los migrantes. Pero con la desaparición del flujo migratorio, ese sustento también se evaporó.

“Con los migrantes venía dinero, pero ahora estamos solos,” dijo Olea. “Sin agua limpia ni peces, nos estamos quedando sin opciones.”

La escasez de alimentos ya era un problema antes de la crisis migratoria, pero ahora se ha vuelto aún más crítica. Las familias gastan recursos limitados en medicamentos y cremas antibióticas para tratar las erupciones cutáneas causadas por la contaminación, dejándoles menos dinero para otros gastos básicos.


Un Futuro Incierto

El ministro Navarro describe la situación actual como un estado de “anarquía ambiental” y advierte que recuperar el equilibrio natural del Darién llevará años, si es que es posible.

“Es un tesoro de biodiversidad,” afirmó Navarro. “Han trastocado todo el sistema de vida de esta comunidad y las han dañado, algunas de ellas para siempre. Gracias a que ha parado este desastre, vamos a poder conservar estos bosques.”

Sin embargo, líderes comunitarios como Cholino de Gracia culpan al gobierno panameño por no haber hecho lo suficiente para proteger la región antes de que fuera demasiado tarde.

“Nos han descuidado durante mucho tiempo,” dijo De Gracia. “Ahora necesitamos ayuda real para reconstruir nuestra vida aquí.”

Para Militza Olea, cuyo sobrino sigue jugando a pesar de las erupciones en su piel, el mensaje es claro:

“Sin agua no hay vida (aquí),” advirtió. “Si no limpiamos el río, no habrá futuro para nuestros niños.”


Conclusión: Un Grito de Auxilio desde el Corazón de la Selva

La crisis migratoria en el Tapón del Darién ha dejado cicatrices profundas en una de las regiones más biodiversas del planeta. Mientras las autoridades discuten quién debe pagar por la limpieza y recuperación de la zona, las comunidades locales continúan pagando el precio más alto: pérdida de recursos naturales, deterioro de la salud y un futuro incierto.

El caso del Darién es un recordatorio de cómo las decisiones políticas y las crisis globales pueden tener repercusiones devastadoras en los lugares más vulnerables. Restaurar este paraíso natural requerirá no solo inversión financiera, sino también compromiso internacional y atención local para garantizar que las comunidades indígenas puedan seguir viviendo en armonía con su entorno.


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