BOGOTÁ, 27 de abril.- Casi cincuenta años después de los abusos sexuales cometidos por el sacerdote jesuita Darío Chavarriaga Jaramillo, la Compañía de Jesús en Colombia ofreció una disculpa pública a la familia Llano Narváez, quienes fueron víctimas del clérigo durante su infancia. El acto histórico tuvo lugar en el prestigioso Colegio Mayor de San Bartolomé, donde comenzaron los abusos y donde se intentó cerrar un capítulo doloroso para las ocho hermanos afectados.

El líder de los jesuitas en Colombia, el padre Hermann Rodríguez, reconoció que se cometieron “actos abominables” y pidió perdón públicamente: “Me presento ante ustedes víctimas del abuso sexual perpetrado por este hermano nuestro, quien debía ser guardián de la fe y la moral y no el victimario de toda una familia”. Este gesto marca un paso importante hacia la reparación emocional y espiritual de las víctimas, aunque no revierte la impunidad con la que Chavarriaga falleció en 2015.


Una Familia Vulnerable y el Engaño de la Confianza

Los hermanos Llano Narváez, provenientes de una familia de escasos recursos económicos, fueron abusados entre 1974 y 1976 cuando tenían entre 6 y 16 años. El sacerdote utilizó su influencia como administrador de una beca otorgada al mayor de los hermanos, Luis Fernando, para ganarse la confianza de la familia.

“Se ganó el cariño y la confianza de mi familia, llenando de alguna manera el vacío de la figura paterna ausente. Jamás imaginamos la sombra oscura que se escondía en esa fachada de bondad”, relató Luis Fernando durante el acto de perdón.

Para María Inés, la menor de los hermanos, la beca fue el medio utilizado por Chavarriaga para acercarse a los demás integrantes de la familia. “Él quiso también conocer a nuestra familia, fue a nuestra casa, se presentó como esa ovejita, pero él seguramente ya tenía en su cabeza el plan para hacernos daño”, recordó.


Décadas de Silencio y Búsqueda de Justicia

Los hermanos Llano Narváez pasaron décadas en silencio antes de hablar por primera vez sobre los abusos. Fue en 2014 cuando decidieron denunciar lo ocurrido ante la Iglesia Católica, lo que llevó a que Chavarriaga fuera apartado de sus labores eclesiásticas. Sin embargo, nunca enfrentó un proceso penal debido a su avanzada edad y salud precaria.

“Nunca más habló con nosotros, sé que posterior a eso (la denuncia) lo llevaron a una casa de retiro y murió en total impunidad”, lamentó María Inés. Para ella, la falta de justicia penal ha sido una carga adicional, pero el acto público de perdón representa un avance significativo en su proceso de sanación.


Un Paso Hacia la Paz Interior

Durante el acto de perdón, realizado en el mismo lugar donde comenzaron los abusos, Luis Fernando expresó que el reconocimiento público de los hechos le devolvió algo de paz: “Hay un salón allá arriba (donde) hace 49 años ocurrieron las cosas. Desde ese mismo momento, esperé este perdón… hoy me pesa como 30 kilos menos el corazón, ha llegado un poco de paz en esta familia”.

Para María Inés, quien sigue profesando el catolicismo, los abusos no deben ser motivo para satanizar a toda la Iglesia. Sin embargo, subrayó la necesidad de que se haga justicia para todas las víctimas de abusos clericales. Con ese objetivo, anunció la creación de una fundación dedicada a apoyar a quienes han sufrido abusos sexuales por parte de sacerdotes.


Reclamos Pendientes y Archivos Secretos

Aunque la Iglesia Católica en Colombia pidió perdón en 2023 a las víctimas de abusos sexuales, calificándolos como un “crimen” y “pecado grave”, periodistas y activistas reclaman transparencia completa. Según el periodista Juan Pablo Barrientos, coautor del libro El archivo secreto, la Compañía de Jesús sigue protegiendo a otros sacerdotes implicados en casos similares.

“El caso de Chavarriaga es sólo uno, pero la Compañía de Jesús sigue protegiendo a otros y no ha reparado a todas las víctimas. Chavarriaga abusó de otras personas más que ya tenemos identificadas y que no sabemos si van a hacerle un acto de perdón como éste”, señaló Barrientos, quien exigió a la Iglesia revelar el archivo completo de los implicados y garantizar justicia judicial para todas las víctimas.


Un Reconocimiento Histórico, Pero Insuficiente

El acto público de perdón marca un hito en la lucha contra la impunidad dentro de la Iglesia Católica colombiana. Sin embargo, para muchas víctimas, incluidas aquellas que aún no han sido reconocidas oficialmente, el camino hacia la justicia está lejos de completarse. La creación de la fundación propuesta por los hermanos Llano Narváez podría convertirse en un espacio clave para visibilizar y apoyar a quienes siguen clamando verdad y reparación.

Mientras tanto, la Iglesia enfrenta la presión de abrir sus archivos y asumir plenamente su responsabilidad histórica, no solo con palabras, sino con acciones concretas que garanticen que estos crímenes no queden en la sombra ni se repitan en el futuro.

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