QUITO, 7 de abril — Los ecuatorianos acudieron este domingo a las urnas para elegir entre dos visiones diametralmente opuestas sobre el futuro del país: por un lado, el actual presidente Daniel Noboa, quien defiende una economía abierta y la reducción del aparato estatal; y por otro, la candidata correísta Luisa González, que aboga por un Estado más fuerte con mayor intervención en la economía. Aunque ambos aseguran mantener la dolarización, clave en la economía ecuatoriana desde 2000, sus propuestas reflejan profundas diferencias ideológicas y económicas.
Los Modelos en Competencia
Daniel Noboa: Apertura Económica y Austeridad Fiscal
Noboa, quien se autodefine como de centroizquierda pero es tildado de neoliberal por sus detractores, apuesta por continuar un programa crediticio aprobado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por 4.000 millones de dólares durante cuatro años. Este acuerdo implica medidas de contención del gasto público y un aumento significativo en los ingresos fiscales, según explicó el analista Alberto Acosta-Burneo.
El mandatario busca fortalecer la relación con organismos multilaterales y mantener una política económica ortodoxa, centrada en la disciplina fiscal y la atracción de inversión privada. Su plan incluye incentivar el sector privado en áreas como infraestructura y electricidad, mientras mantiene un control sobre el déficit fiscal heredado tras asumir el poder en 2023, cuando el país enfrentaba un desequilibrio equivalente al 5 % del PIB.
Sin embargo, críticos argumentan que su modelo podría limitar el crecimiento económico al priorizar la austeridad sobre el gasto social.
Luisa González: Intervencionismo Estatal y Gasto Público
Por su parte, Luisa González, representante del movimiento correísta liderado por el expresidente Rafael Correa, propone un modelo basado en un Estado más activo en la economía. Durante la campaña, prometió aumentar significativamente el gasto público en sectores como salud, educación y seguridad, financiado mediante medidas como:
- Recaudación de 1.500 millones de dólares de grandes deudores del Servicio de Rentas Internas (SRI), incluyendo a la familia Noboa.
- Optimización de pozos petroleros existentes para contrarrestar el declive de la producción de petróleo, uno de los pilares de la economía ecuatoriana.
Aunque González ha descartado recurrir a las reservas internacionales, como lo hizo el correísmo en el pasado, su propuesta implica un incremento notable del gasto público, algo que preocupa a analistas como Acosta-Burneo, quien señala que esta estrategia podría romper con los compromisos adquiridos con el FMI y llevar al país a un eventual default (impago de la deuda).
La Dolarización: Un Consenso Frágil
Ambos candidatos han declarado públicamente su compromiso con la dolarización, un sistema que ha sido fundamental para la estabilidad económica de Ecuador desde su implementación en 2000. Sin embargo, expertos como César Ulloa advierten que ninguno de los dos ofrece claridad sobre cómo fortalecer este sistema monetario en el mediano plazo.
Para el analista, la principal diferencia entre ambos modelos radica en sus relaciones internacionales:
- González buscaría reactivar alianzas con bloques de izquierda en América Latina, alejándose de organismos multilaterales como el FMI.
- Noboa apostaría por una relación más cercana con Estados Unidos y otros socios comerciales globales.
Relaciones Comerciales y Tratados Internacionales
En materia de comercio exterior, ambos candidatos coinciden en la necesidad de abrir mercados respetando la soberanía nacional. Sin embargo, el correísmo rechaza firmar tratados de libre comercio fuera de América Latina, tal como establece la actual Constitución. Por el contrario, Noboa favorece la integración comercial global, buscando ampliar acuerdos con países estratégicos.
El Papel del Estado en la Economía
Las diferencias entre ambos modelos también se reflejan en el papel asignado al Estado:
- Noboa no plantea reformas estructurales profundas, sino un enfoque gradualista que mantenga la estabilidad macroeconómica.
- González, en cambio, propone intervenir en ciertos sectores clave, revisar contratos y decisiones previas, y recuperar la planificación estratégica para orientar la inversión pública.
Para Acosta-Burneo, un eventual triunfo del correísmo implicaría políticas heterodoxas que podrían distanciar al país de organismos multilaterales y generar incertidumbre en los mercados. Esto ya se ha evidenciado en indicadores como la prima de riesgo, que subió a más de 1.600 puntos antes del balotaje, frente a niveles inferiores cuando Noboa tomó ventaja en la primera vuelta.
Un País en Crisis
Independientemente del resultado electoral, el próximo presidente recibirá un país sumido en graves desafíos:
- Según Ulloa, Ecuador enfrenta una crisis profunda, con siete de cada diez personas en condiciones de desempleo o empleo informal.
- La violencia, derivada del narcotráfico y el crimen organizado, ha impactado negativamente la economía y la calidad de vida.
- A pesar de estos retos, algunos analistas ven indicios de recuperación para 2025, con aumentos en ventas y depósitos bancarios.
Conclusión: El Futuro de Ecuador en Juego
Las elecciones de este domingo representan un punto de inflexión para Ecuador. Los votantes deben decidir entre dos modelos de país que ofrecen respuestas muy diferentes a los problemas estructurales del país: disciplina fiscal y apertura económica versus intervencionismo estatal y mayor gasto público.
Mientras Noboa busca consolidar la confianza de los mercados y mantener el acuerdo con el FMI, González apuesta por un retorno a políticas populistas inspiradas en el correísmo. Sea cual sea el resultado, el próximo gobierno enfrentará enormes desafíos para reconstruir la economía, garantizar la seguridad y mejorar las condiciones de vida de los ecuatorianos.
El mundo observa con atención, consciente de que el rumbo que tome Ecuador tendrá implicaciones no solo para la región, sino también para las dinámicas globales de comercio y cooperación internacional.