CIUDAD DE PANAMÁ, 21 de marzo.— Cientos de migrantes deportados desde Estados Unidos a Panamá enfrentan una situación de desamparo tras ser abandonados en un limbo legal y humanitario. Originarios de países como Afganistán, Rusia, Irán y China, estos individuos intentan desesperadamente encontrar refugio en cualquier nación que los acepte, pero se encuentran con puertas cerradas en embajadas, consulados y organismos internacionales.


Un Viaje Sin Destino

En febrero, cerca de 300 personas fueron deportadas por el gobierno estadounidense hacia Panamá bajo la premisa de que este país sería una “escala temporal”. Sin embargo, semanas después, muchos han quedado atrapados en una red burocrática y política que les impide avanzar o regresar. Algunos optaron por la repatriación voluntaria, mientras que otros rechazaron retornar a sus países debido al temor a persecuciones políticas, religiosas o étnicas.

Uno de ellos es Hayatullah Omagh, un joven afgano de 29 años que huyó de Afganistán tras la toma del poder por parte del Talibán en 2022. Como ateo y miembro del grupo étnico hazara, considerado una minoría perseguida, Omagh sabe que regresar significaría una sentencia de muerte.

“Después de esto, no sabemos qué haremos”, declaró Omagh.
“La embajada de Canadá en Panamá no ofrece servicios de visa o inmigración, ni tampoco servicios para refugiados”, añadió, citando la respuesta genérica que recibió tras enviar correos electrónicos a varias legaciones diplomáticas.


Una Búsqueda Desesperada por Asilo

Esta semana, los migrantes recorrieron las calles de Ciudad de Panamá tocando puertas en embajadas y consulados, incluyendo las de Canadá, Reino Unido, Suiza y Australia, esperando iniciar procesos de asilo. Sin embargo, sus esfuerzos fueron infructuosos:

  • En la embajada de Canadá, les informaron que no ofrecen servicios de refugiados en Panamá y que deben contactarse por correo electrónico. Las respuestas automáticas confirmaban que no podían ayudarlos.
  • En el consulado suizo, les entregaron un papel con datos de contacto de la embajada en Costa Rica, pero sin ofrecerles asistencia directa.
  • En la embajada británica, un guardia de seguridad les proporcionó un panfleto titulado “Ayuda de emergencia para ciudadanos británicos”, ignorando sus solicitudes de asilo.

Estos episodios ilustran la falta de mecanismos claros para abordar casos complejos de migrantes en situaciones vulnerables. Según Álvaro Botero, activista proinmigración en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, los gobiernos evitan involucrarse debido al temor a tensiones diplomáticas con Estados Unidos.

“Es crucial que no se olvide a estas personas”, afirmó Botero.
“Nunca pidieron ser enviados a Panamá, y ahora están aquí sin saber qué hacer, sin saber cuál será su futuro y sin poder regresar a sus países”.


El Papel de Panamá

Panamá, un país que muchos de estos migrantes habían cruzado meses antes en su camino hacia el norte, se ha visto sobrepasado por la crisis. Las autoridades locales otorgaron a los deportados un mes para abandonar el territorio, argumentando que rechazaron la ayuda de organizaciones internacionales y decidieron gestionar sus trámites por cuenta propia.

Sin embargo, con recursos limitados, desconocimiento del idioma español y una falta de orientación clara, los migrantes se ven obligados a navegar un sistema opaco y hostil. Muchos aseguran que tanto las autoridades panameñas como las agencias internacionales les dijeron que sería casi imposible obtener asilo en Panamá.


ACNUR y la Frustración de los Migrantes

El jueves, los migrantes visitaron las oficinas del ACNUR, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados. Según Omagh, les dijeron que no podían ayudarlos a buscar asilo en otros países debido a restricciones impuestas por el gobierno panameño. Aunque un funcionario mencionó que podrían iniciar el proceso de asilo en Panamá, advirtieron que era poco probable que sus solicitudes fueran aceptadas.

El alto comisionado de la ONU para los refugiados, Filippo Grandi, criticó recientemente los recortes en la ayuda federal estadounidense, señalando que estas medidas perjudicarán gravemente la atención a refugiados en todo el mundo.

“Hacemos un llamado a los estados miembro para que honren sus compromisos con las personas desplazadas. Ahora es el momento de la solidaridad, no de la retirada”, declaró Grandi.


Historias Individuales, Crisis Colectiva

Entre los afectados está Aleksandr Surgin, un ruso que dejó su país tras expresar públicamente su oposición a la guerra en Ucrania en redes sociales. Funcionarios gubernamentales le advirtieron que podría ser encarcelado u obligado a combatir en el ejército de Moscú.

Cuando se le preguntó qué haría a continuación, Surgin respondió con resignación:

“Yo ya no espero nada.”

Otro caso es el de Omagh, quien tras años intentando vivir en Pakistán e Irán sin éxito, vio en Estados Unidos su última oportunidad para escapar de la persecución. Ahora, atrapado en Panamá, enfrenta incertidumbre sobre su futuro.


Conclusión: Una Crisis Silenciada

Los migrantes deportados a Panamá representan una crisis humanitaria que corre el riesgo de caer en el olvido. Con el gobierno de Donald Trump intensificando las deportaciones y cerrando vías legales de entrada, estas personas quedan atrapadas entre fronteras, sin opciones claras ni apoyo institucional.

Como destacó Botero:

“Estamos viendo cómo la falta de solidaridad internacional agrava el sufrimiento de quienes más necesitan ayuda.”

Mientras tanto, los migrantes continúan buscando respuestas en embajadas y organismos internacionales, conscientes de que cada día que pasa aumenta su vulnerabilidad y desesperanza. Su lucha no solo pone de relieve las fallas del sistema migratorio global, sino también la necesidad urgente de políticas humanitarias más inclusivas y compasivas.

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