WASHINGTON, 12 de marzo.— En su ambiciosa misión por “Devolver la salud a Estados Unidos”, la administración de Donald Trump ha puesto el foco en un objetivo central: los alimentos ultraprocesados. El nuevo secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., ha señalado estos productos como uno de los principales culpables detrás de una epidemia de enfermedades crónicas que afecta al país, incluyendo problemas como obesidad, diabetes y trastornos autoinmunes.
Durante las audiencias de confirmación en el Senado, Kennedy declaró que estos alimentos están “envenenando” a la población, especialmente a los niños, y prometió trabajar para eliminarlos de programas federales como el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP). Sin embargo, su propuesta plantea importantes desafíos sobre cómo abordar un problema tan arraigado en la dieta estadounidense.
El Problema con los Alimentos Ultraprocesados
Los alimentos ultraprocesados —desde cereales azucarados hasta pizzas congeladas, papas fritas, refrescos y helados— constituyen hasta el 60% de la dieta promedio en Estados Unidos. Para niños y adolescentes, esta cifra es aún mayor, alcanzando casi dos tercios de lo que consumen diariamente. Estos productos son conocidos por su bajo valor nutricional y su alto contenido de sodio, grasas saturadas, azúcar y aditivos químicos.
Estudios recientes han vinculado el consumo elevado de estos alimentos con graves consecuencias para la salud, incluyendo:
- Obesidad y diabetes
- Enfermedades cardíacas
- Depresión y deterioro cognitivo
- Mayor riesgo de muerte prematura
Sin embargo, la ciencia detrás de estas conclusiones sigue siendo compleja. La mayoría de las investigaciones actuales han encontrado correlaciones, no pruebas definitivas, sobre si los alimentos ultraprocesados son directamente responsables de estos efectos adversos o si otros factores relacionados con los hábitos alimenticios también juegan un papel.
¿Qué Son los Alimentos Ultraprocesados?
Según el sistema propuesto por el epidemiólogo brasileño Carlos Monteiro en 2009, los alimentos se clasifican según su nivel de procesamiento. Los ultraprocesados ocupan la cima de esta escala y se caracterizan por ser fabricados industrialmente con ingredientes que no se encuentran comúnmente en cocinas caseras, como aditivos, colorantes y conservantes.
Aunque algunos alimentos ultraprocesados pueden ser nutritivos —como el pan integral, el yogur o la fórmula infantil—, muchos otros están diseñados para ser irresistibles, combinando cantidades precisas de azúcar, sal y grasa que estimulan el apetito y dificultan dejar de comerlos.
“Tienen la combinación justa de azúcar, sal y grasa y simplemente no puedes dejar de comerlos,” explicó la doctora Neena Prasad, directora del Programa de Políticas Alimentarias de Bloomberg Philanthropies.
Un Experimento Clave: La Investigación de Kevin Hall
Uno de los estudios más influyentes sobre este tema fue realizado por Kevin Hall, investigador de los Institutos Nacionales de Salud (NIH). Publicado en 2019, el experimento comparó dietas compuestas exclusivamente de alimentos ultraprocesados frente a dietas no procesadas. Los resultados fueron reveladores:
- Los participantes que consumieron alimentos ultraprocesados ingirieron unas 500 calorías más al día que aquellos que siguieron una dieta no procesada.
- Durante el período del estudio, ganaron aproximadamente 1 kilo (2 libras) mientras que perdieron peso cuando comieron alimentos no procesados.
Este estudio sugiere que los alimentos ultraprocesados podrían estar alterando la forma en que las personas regulan su apetito y consumo calórico. Sin embargo, Hall advierte que se necesita más investigación para entender exactamente cómo estos alimentos afectan la salud humana.
¿Deberían Regularse los Alimentos Ultraprocesados?
Algunos expertos abogan por medidas regulatorias más estrictas. Neena Prasad argumenta que el gran cuerpo de evidencia científica ya disponible debería ser suficiente para impulsar cambios significativos en políticas públicas. Entre sus propuestas destacan:
- Aumentar los impuestos a las bebidas azucaradas.
- Implementar restricciones más estrictas sobre el sodio en productos alimenticios.
- Regular la publicidad dirigida a niños, especialmente para productos altos en azúcar y grasas.
Por otro lado, figuras como el excomisionado de la FDA, Robert Califf, han insistido en la necesidad de contar con una base científica sólida antes de tomar decisiones drásticas.
“Es una de las cosas más complejas con las que he tratado. Debemos tener la base científica y luego tenemos que seguir adelante,” dijo Califf durante una conferencia de expertos en políticas alimentarias.
¿Qué Pueden Hacer los Consumidores?
Para los consumidores, evitar completamente los alimentos ultraprocesados en países como Estados Unidos es prácticamente imposible debido a su omnipresencia en el mercado. Sin embargo, los expertos recomiendan adoptar un enfoque equilibrado:
- Leer etiquetas: Prestar atención a los ingredientes y elegir productos que se alineen con las pautas dietéticas actuales.
- Reducir el consumo de azúcar añadido y sodio: Ambos han sido ampliamente asociados con efectos negativos para la salud.
- Priorizar alimentos mínimamente procesados: Frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras deben ser la base de una dieta saludable.
La doctora Aviva Musicus, directora científica del Centro para la Ciencia en el Interés Público, enfatiza la importancia de evitar juicios morales sobre los alimentos.
“Los alimentos deberían ser alegres y deliciosos, y no deberían involucrar un juicio moral,” afirmó Musicus. “Muchos consumidores simplemente no tienen el tiempo o los recursos para cocinar todas sus comidas desde cero.”
Conclusión: Un Cambio Cultural Necesario
La lucha contra los alimentos ultraprocesados representa un desafío monumental para la administración Trump y el secretario Kennedy. Aunque existe consenso sobre la necesidad de mejorar la calidad de la dieta estadounidense, la implementación de políticas efectivas enfrenta obstáculos significativos, desde la resistencia de la industria alimentaria hasta la falta de acceso equitativo a opciones saludables.
Mientras tanto, los consumidores pueden contribuir adoptando hábitos alimenticios más conscientes, pero los cambios estructurales requerirán un esfuerzo concertado entre gobiernos, empresas y comunidades.
“Devolver la salud a Estados Unidos” no será tarea fácil, pero podría marcar el inicio de una transformación cultural hacia una relación más saludable con la comida,” concluyó un analista de políticas públicas.
La batalla contra los alimentos ultraprocesados no solo busca mejorar la salud individual, sino también construir un futuro donde la alimentación sea accesible, nutritiva y sostenible para todos.