TORONTO (Canadá), 6 Ene.- Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá, anunció su dimisión este lunes, poniendo fin a casi una década de liderazgo, desde su ascenso al poder en 2015. Su salida se produce en medio de una crisis política y una notable caída en su popularidad, reflejo de la tensión interna en su propio Partido Liberal y el creciente descontento público por su gestión.
Trudeau, quien parecía destinado a la política desde su nacimiento, siendo hijo del ex primer ministro Pierre Elliot Trudeau, había llegado al poder con un mensaje de esperanza, progresismo y cambio. Su victoria en 2015, tras derrotar al líder conservador Stephen Harper, le permitió una mayoría en la Cámara Baja del Parlamento, marcando un punto álgido en su carrera política.
El camino hacia su dimisión es una antítesis de su llegada. En 2013, cuando asumió la dirección del Partido Liberal, Trudeau fue visto como el salvador del partido, al que rescató de una crisis interna. Su optimismo y su capacidad para conectar con los votantes fueron clave en su primer mandato, que incluyó decisiones históricas como la paridad de género en su gabinete y su enfoque inclusivo en políticas sociales.
Sin embargo, con el paso de los años, especialmente después de las elecciones de 2019 y 2021, su popularidad se fue erosionando. Las políticas migratorias y la falta de respuesta ante las crecientes tensiones sociales, económicas y políticas marcaron su mandato en los últimos años. La subida del coste de vida, la crisis de la vivienda y la insatisfacción generalizada con los servicios sociales fueron factores clave que alimentaron el desencanto con su gobierno.
La salida de Trudeau se aceleró tras la inesperada dimisión de su viceprimera ministra y ministra de Finanzas, Chrystia Freeland, el pasado diciembre. Este evento marcó el comienzo del fin de una era política que parecía durar indefinidamente, y el inicio de un proceso de sucesión que culminará en nuevas elecciones, probablemente en octubre.
Trudeau, que fue un referente del progresismo canadiense, deja un legado mixto en la política de su país. Su carrera culminó con una despedida agridulce, similar a la de su padre en 1984, cuando Pierre Elliot Trudeau también se vio obligado a dimitir debido a la presión política y las encuestas desfavorables.