CHICLAYO, Perú, 9 de mayo.— Antes de convertirse en el líder espiritual de 1.400 millones de católicos, el papa León XIV era conocido simplemente como Robert Prevost, un obispo cercano y accesible que disfrutaba del ceviche en restaurantes locales y conducía su modesto vehículo por las calles de Chiclayo, una ciudad peruana marcada tanto por su vitalidad como por sus desafíos sociales.
Prevost vivió casi una década en esta urbe del norte de Perú antes de ser llamado a Roma en 2023 para asumir un papel clave en la Iglesia Católica bajo el pontificado de Francisco. Pero para los habitantes de Chiclayo, él sigue siendo uno de los suyos: un hombre sencillo que compartió su fe con humildad y trabajó incansablemente para ayudar a los más vulnerables.
Un Obispo Entre el Pueblo
En Chiclayo, una ciudad de más de 800.000 habitantes, ubicada a solo 14 kilómetros del Pacífico, Robert Prevost dejó una huella imborrable. Aunque desempeña un papel crucial como eje comercial del norte peruano, conectando carreteras hacia los Andes y la Amazonía, la ciudad también enfrenta problemas significativos, con cerca del 20% de su población viviendo en la pobreza.
Para quienes lo conocieron, Prevost era más que un obispo; era un amigo, un pastor y un servidor.
“Es un hombre muy sencillo, los chiclayanos jamás nos imaginamos que el representante de Dios en la Tierra iba a vivir entre nosotros”, dijo Alejandro Bazalar, miembro de la hermandad del Señor de los Milagros de Chiclayo, quien guarda una foto invaluable de Prevost lavándole los pies en un acto de humildad.
Prevost no solo predicaba con palabras, sino también con acciones. Se detenía a conversar en medio de las calles estrechas del centro histórico, cantaba villancicos navideños acompañado de guitarras y baterías, y bendecía a quienes buscaban su orientación espiritual.
El “Santo del Norte”
Conocido como el “Santo del Norte” por su cercanía con los pobres, Prevost se destacó especialmente durante las crisis climáticas que afectaron a la región. En 2022 y 2023, cuando intensas lluvias provocaron inundaciones en las aldeas rurales aledañas al río La Leche, el entonces obispo no dudó en ponerse botas de jebe y conducir una camioneta cargada de víveres para llevar ayuda a las comunidades afectadas.
“No se hace problemas en medio de las dificultades”, recordó Janinna Sesa, una ingeniera que colaboró con Prevost mientras trabajaba para la organización internacional Caritas.
Además, durante la pandemia de COVID-19, Prevost impulsó la compra de dos plantas de producción de oxígeno, una iniciativa que salvó innumerables vidas en una región devastada por el virus. Según Sesa, el obispo se esforzó tanto en buscar apoyo que logró financiar no una, sino dos plantas.
Recuerdos de un Líder Humilde
Los recuerdos de Prevost están grabados en la memoria colectiva de quienes lo conocieron.
- Ricardo Ulloque, un vecino de Chiclayo, recuerda haberlo visto liderando un encuentro juvenil en diciembre de 2017, micrófono en mano, cantando una canción navideña bilingüe de José Feliciano.
- Mildred Camacho, originaria de Chulucanas, lo recuerda como su padrino de bautizo. Al enterarse de su elección como papa, corrió emocionada a contarle a su padre:
“¡Papi, mi padrino se convirtió en el papa!”
A pesar de su nuevo rol como pontífice, Prevost ha mantenido contacto con personas como Camacho, enviándole incluso fotos de su trabajo en el Vaticano.
Una Mención Especial desde el Vaticano
Minutos después de aparecer en el balcón de la Basílica de San Pedro tras su elección, León XIV dedicó unas emotivas palabras a su antiguo hogar:
“Mi querida diócesis de Chiclayo, en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe.”
Esta mención tocó profundamente a los peruanos, quienes celebraron ver a uno de los suyos llegar al trono de Pedro.
Un Legado de Humildad y Servicio
Aunque ahora reside en el Vaticano, la huella de Prevost en Perú permanece viva. Dormía en colchones delgados en aldeas remotas, comía queso, patatas sancochadas y maíz como los campesinos, y nunca dudaba en arreglar personalmente una camioneta averiada si era necesario.
Su legado en Chiclayo es un testimonio de su compromiso con los más necesitados y su capacidad para conectar con las personas en todos los niveles.
“Se siente que es un padrino de verdad”, afirmó Camacho, reflejando el cariño que muchos sienten por este papa que, aunque ahora viste la capa roja del papado, sigue siendo, en espíritu, un hijo de Chiclayo.
Conclusión: Un Papa para Todos
La elección de León XIV no solo marca un hito en la historia de la Iglesia Católica, sino que también refuerza la idea de que un líder espiritual puede surgir de los lugares más humildes. Desde las calles de Chiclayo hasta el corazón del Vaticano, Prevost lleva consigo la esencia de quienes lo conocieron como un pastor cercano y comprometido.
“No se hace problemas en arreglar una camioneta malograda hasta hacerla andar,” dijo Sesa, resumiendo la filosofía de vida de un hombre que ahora guía a la Iglesia Católica con la misma determinación y humildad que mostró en Perú.