MADRID, 19 abr.- En el número 87 de la calle Atocha de Madrid, un edificio histórico del siglo XVI guarda un tesoro inigualable: una réplica exacta de la imprenta donde se produjo la primera edición de Don Quijote de la Mancha. Este lugar, hoy convertido en sede del espacio cultural Sociedad Cervantina, es el único vestigio real que queda en la capital del escritor que imaginó las aventuras del más ingenioso y famoso de los hidalgos.
Un Viaje en el Tiempo
“Es el único sitio donde realmente podemos decir que debajo de este techo estuvo Miguel de Cervantes”, explica Cristina Esteban, coordinadora de las visitas guiadas que ofrece la Sociedad Cervantina. La estructura original del edificio y su fachada han sobrevivido a cinco siglos de guerras y transformaciones urbanas, convirtiéndose en un puente tangible con el Siglo de Oro español.
Las visitas guiadas, que comenzaron en 2022, permiten a los visitantes sumergirse en el taller donde, en 1605, se imprimió la edición príncipe del primer volumen de Don Quijote. Los asistentes pueden experimentar cómo funcionaba una prensa de tipos móviles idéntica a la diseñada por Gutenberg y comprender el proceso artesanal que dio vida a esta obra maestra de la literatura universal.
Un Edificio con Historia
Este emblemático edificio ha sido testigo de múltiples usos a lo largo de los siglos. Tras ser una imprenta en el siglo XVII, albergó un colegio y posteriormente un hospital. Sin embargo, su vínculo más destacado es con Juan de la Cuesta, quien regentaba la imprenta cuando se publicó el Quijote, aunque técnicamente no era su propietario. Las dueñas originales eran María Rodríguez Rivalde, viuda de Pedro Madrigal, y su sobrina María de Quiñones, esposa de Juan de la Cuesta.
Uno de los datos más relevantes que se destaca durante la visita es que, en 1633, María de Quiñones tomó la decisión de firmar con su propio nombre los libros que salían del taller, convirtiéndose oficialmente en la primera impresora de Madrid. Este hecho permite resaltar el papel de las mujeres en el ámbito empresarial durante el Siglo de Oro, un aspecto poco conocido pero fundamental de la historia.
El ‘Boom’ del Quijote
Desde su salida de la imprenta el 16 de enero de 1605, Don Quijote fue un auténtico fenómeno editorial. Según relata Esteban, “desde que salió de esta casa fue un boom”. Los primeros 1.800 ejemplares se distribuyeron rápidamente, consolidando a Cervantes como uno de los autores más influyentes de su época.
Sin embargo, el escritor no siempre gozó de reconocimiento. Molesto por ser relegado al sótano mientras otras prensas imprimían obras de autores más consagrados como Lope de Vega o Calderón de la Barca, Cervantes describió su entorno en cartas enviadas al conde de Lemos. En ellas, mencionaba “esos sórdidos ventanucos” del subsuelo, pequeños tragaluces altos que aún pueden verse en los sótanos recreados de la Sociedad Cervantina.
Un Espacio Cultural Vivo
Hoy, gracias a una colaboración con la Comunidad de Madrid, la Sociedad Cervantina abre sus puertas dos días a la semana para recibir visitantes interesados en descubrir este rincón histórico. Las visitas guiadas están disponibles los martes a las 18:30 horas y los domingos a las 12:00 horas, entre abril y noviembre (excepto julio y agosto). Las entradas deben reservarse a través de la página web del espacio cultural.
Además de explorar la imprenta, los visitantes pueden aprender sobre el contexto histórico del edificio, su evolución a lo largo de los siglos y la importancia de los impresores en la difusión de la literatura del Siglo de Oro. Autores como Lope de Vega, Tirso de Molina, Quevedo y Calderón de la Barca también llevaron sus manuscritos a esta casa, convirtiéndola en un epicentro cultural de la época.
Un Legado Inmortal
En los sótanos de la Sociedad Cervantina, donde se recrea con precisión el taller original, los visitantes pueden imaginar cómo era el ambiente en 1605. Pliegos de papel cuelgan de cuerdas para secar la tinta, y la prensa reposa en el mismo lugar donde se imprimieron las primeras páginas del Quijote.
La guía concluye señalando que este espacio no solo es un homenaje a Cervantes, sino también una invitación a reflexionar sobre el impacto duradero de su obra. «Aquí nació una de las historias más importantes de la humanidad», afirma Esteban, recordando que las palabras inmortales de Cervantes siguen resonando a lo largo de los siglos: ‘En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…’.








