Madrid, 6 feb.- Tres futbolistas de la selección española han declarado este jueves en la Audiencia Nacional, donde han descrito el ambiente “extraño” que reinaba en el avión de regreso a España tras el Mundial de 2023, cuando Jenni Hermoso recibió presiones para afirmar públicamente que el beso de Luis Rubiales fue consentido.

Las jugadoras Alexia Putellas, Irene Paredes y Laia Codina han detallado los intentos del expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y su entorno para convencer a Hermoso, incluso apelando a sus hijas, con el objetivo de minimizar el impacto del escándalo.

Momentos de tensión en el vuelo

Ninguna de las futbolistas presenció el beso en el podio de Sídney, aunque Paredes inicialmente pensó que “se lo había dado la reina sin querer”. Sin embargo, con el paso de las horas, tomaron conciencia de la gravedad de lo ocurrido, a medida que Hermoso les contaba lo sucedido.

Codina recordó que, en el vestuario tras la final, Hermoso se mostró desconcertada: “Lo primero que dice ella es: ‘¿Qué hago? Me ha besado. ¿Qué hago yo?’”.

Durante el vuelo de regreso, Alexia Putellas observó que su compañera “se veía muy agobiada” y que, con el paso de las horas, pasó de la sorpresa al enfado. En un momento del viaje, Hermoso fue llamada a hablar con Rubiales, quien le pidió que dijera que el beso fue “cosa de ambos”, según relató Irene Paredes.

Presiones para restar importancia al beso

Las declaraciones de las futbolistas también revelaron intentos de persuasión más directos. Putellas aseguró que Rubiales insistió en que Hermoso dijera que hubo consentimiento “por sus hijas”.

Codina, por su parte, relató un episodio en el que Rubiales intentó restar importancia al tema mencionando que una mujer con la que estaba conociendo le había dicho que el beso “le daba igual”.

Paredes también recordó un tenso intercambio con Rubiales en el avión: “Es increíble, me están tachando de violador”, le dijo el expresidente de la RFEF. A lo que ella respondió: “Sinceramente, a mí no me pareció bien lo que pasó”.

La capitana Ivana Andrés también recibió una petición para grabar un vídeo en apoyo a Rubiales, pero se negó.

Más presiones en Ibiza

Las presiones no terminaron en el avión. En Ibiza, donde la selección celebraba el título, Codina relató que Hermoso se encontraba “triste y cansada”, ya que “fueron muchas veces las que fueron a hablar con ella”.

Ana Belén Ecube, amiga de Hermoso que la acompañó en el viaje, detalló cómo el entonces director de marketing de la RFEF, Rubén Rivera, insistió en que la futbolista cargara su móvil porque “alguien quería hablar con ella”.

Rivera también intentó que Hermoso se reuniera con Albert Luque, exdirector de la selección masculina, quien viajó expresamente para hablar con ella. Según Codina, Hermoso “se agobió y comenzó a llorar”, por lo que una amiga bajó en su lugar.

Putellas resumió la situación: “Jenni no era Jenni. No tenía ganas de disfrutar y solo quería que todo terminara”.

La acusación contra Rubiales y su entorno

El caso sigue su curso en la Audiencia Nacional, donde el exjefe de cumplimiento normativo de la RFEF, Francisco Javier Puyol, calificó de “tremendamente anormal” una reunión celebrada el 23 de agosto en la que Rubiales supuestamente intentó modificar testimonios.

Rubiales enfrenta una petición de dos años y medio de prisión por agresión sexual y coacciones, mientras que la Fiscalía solicita un año y medio para Albert Luque, Jorge Vilda (exseleccionador femenino) y Rubén Rivera por su presunta implicación en las presiones.

La próxima semana continuarán las declaraciones de testigos, incluida la actual seleccionadora Montse Tomé, y se espera que el miércoles sea el turno de los acusados.

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