San Juan, 4 feb.- El pánico y la incertidumbre se han apoderado de los barrios de San Juan donde residen miles de inmigrantes dominicanos y haitianos, tras las recientes redadas ordenadas por el gobierno de Estados Unidos. La diáspora dominicana, en especial en zonas como Barrio Obrero y Río Piedras, se ha visto gravemente afectada, con calles desiertas, negocios cerrados y aulas vacías en las escuelas.

“La situación está que ahora mismo en Barrio Obrero no hay vida. Vivo en los alrededores de Río Piedras y allá tampoco hay mucho movimiento”, declaró a EFE Eleudy Mercedes, un dominicano que llegó a Puerto Rico hace siete años. La música característica de la comunidad, con merengues y bachatas, ha dejado de sonar, y la ausencia de migrantes se siente en hospitales y comercios.

Redadas y temor entre los inmigrantes

El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) llevó a cabo la primera redada en Puerto Rico hace diez días, deteniendo a decenas de personas, lo que ha generado un clima de miedo y paralización en la comunidad migrante. José Rodríguez, presidente del Comité Dominicano de Derechos Humanos de Puerto Rico, denunció lo que calificó como una “persecución selectiva, xenofóbica y racista”.

“Esta situación va a crear una crisis económica y humanitaria. Las personas no van a ir a trabajar. No se atreven a salir a la calle”, afirmó Rodríguez, señalando que el Gobierno puertorriqueño ha mostrado sumisión ante las políticas de Donald Trump.

Puerto Rico alberga aproximadamente a 60.000 dominicanos, quienes representan el 60 % de la población inmigrante de la isla. Muchos de ellos llegan en precarias embarcaciones conocidas como ‘yolas’, arriesgando sus vidas en busca de un mejor futuro.

“Prefiero morir antes que volver a Haití”

La crisis humanitaria también golpea con fuerza a los haitianos en la isla. Junio Antoine, un haitiano de 38 años originario de Jacmel, relató el angustiante momento de su detención: “Yo les dije a ellos: si tú me vas a mandar a Haití, mejor tú me matas”.

Antoine llegó a Puerto Rico hace un año y cuatro meses, huyendo de la violencia extrema en Haití, donde más de 5.600 personas murieron en 2024 a manos de bandas criminales, según la ONU.

“Yo estaba sentado en mi casa cuando llegaron, me agarraron y yo sin hacer nada. Se metieron adentro y no me dejaron coger mi teléfono ni mi pasaporte”, relató. Su hermano también fue arrestado y ambos pasaron tres días detenidos hasta que fueron liberados gracias a la intervención de sus familiares.

Solidaridad y reparto de alimentos

Ante el miedo a ser detenidos, muchos inmigrantes se han refugiado en sus casas sin atreverse a salir, lo que ha llevado a iniciativas solidarias para garantizar su alimentación. Leonard Phophil, portavoz de la comunidad haitiana en Puerto Rico, ha organizado la entrega de alimentos donados a los migrantes escondidos.

“Tienen miedo de salir con esta situación”, explicó mientras descargaba cajas con carne, arroz, frutas y legumbres en una casa donde se refugian 17 haitianos.

Phophil criticó la postura de la gobernadora Jenniffer González, quien afirmó que no podía hacer más para proteger a los inmigrantes por temor a perder fondos federales. “¿Los fondos federales son más importantes que las personas que sostienen el país?”, cuestionó.

Diversas organizaciones han conformado un frente unido en apoyo a los migrantes, denunciando la falta de acción del Gobierno y exigiendo medidas que garanticen los derechos humanos de las comunidades afectadas.

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