México, 28 ene.- El cantautor y poeta español Joaquín Sabina ofreció un emotivo concierto en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, donde 10.000 asistentes disfrutaron de un recorrido por las joyas de su extensa carrera. Durante dos horas y ocho minutos, Sabina, acompañado de su inconfundible bombín blanco y su melancolía característica, cautivó al público con 21 canciones cargadas de sentimiento, dedicaciones especiales y referencias a México.
Sabina abrió la noche con ‘Dónde habita el olvido’, dejando claro desde el inicio que su presentación sería un homenaje al país que lo acogió desde el principio de su carrera en América Latina. “Mi primera gira americana empezó aquí y nunca me arrepentí de haber empezado aquí”, confesó el artista emocionado, describiendo su actual gira como la última y dejando entrever la nostalgia que marcó el espectáculo.
Entre canciones, sonetos y dedicatorias
El poeta originario de Úbeda dedicó ‘Calle melancolía’ a la escritora Ángeles Mastretta, quien, conmovida, ocupó un lugar en la primera fila. Sabina también compartió versos, piropos y su cariño hacia México, un país que ha inspirado varias de sus obras.
El repertorio incluyó temas emblemáticos como ‘19 días y 500 noches’, ‘Más de cien mentiras’ y ‘Peces de ciudad’, que fueron coreados por un público entregado. Aunque su voz sonaba más ronca y sus movimientos eran pausados, Sabina compensó con la cercanía y el carisma que lo caracterizan. “La gente lo recibió como en los viejos tiempos, acompañándolo en cada palabra con fervor”, se comentó en redes sociales.
Durante la velada, Sabina dio espacio a sus músicos para brillar. Mara Barros, su inseparable compañera de escenario, interpretó con maestría ‘Camas vacías’ y el poema de Rafael de León ‘Y sin embargo, te quiero’, mientras el público ovacionaba su interpretación. Jaime Azúa y Antonio García de Diego también se lucieron, el primero con ‘Pacto entre caballeros’ y el segundo con ‘La canción más hermosa del mundo’.
Un cierre inolvidable
El momento más emotivo llegó con ‘Por el boulevard de los sueños rotos’, dedicada a la icónica Chavela Vargas, donde Sabina no solo rindió homenaje a la cantante, sino también a la conexión entre España y México que ha marcado su carrera. En un gesto simbólico, el cantautor se quitó su bombín, calificando a los mexicanos como “el mejor público del mundo”.
El cierre del concierto, con ‘Contigo’ y ‘Princesa’, fue un ritual colectivo. Miles de celulares iluminaron el Auditorio mientras el público, de pie, coreaba cada palabra como si fuera una procesión religiosa. Sabina, con su poesía y sus canciones, dejó claro por qué es una figura tan querida en México y en el mundo.
El artista volverá al Auditorio Nacional el próximo 1 de febrero, para el primero de cuatro conciertos adicionales que prometen seguir cautivando a los mexicanos con su inigualable estilo y carisma.