Damasco celebra la liberación masiva de prisioneros políticos tras la caída del régimen de Bashar al Asad

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Damasco, 9 dic.- En un amanecer que parecía destinado a ser su último, Bashar Barhoum, escritor de 63 años encarcelado durante siete meses, recibió una inesperada segunda oportunidad de vida. En lugar de los agentes de las temidas fuerzas de seguridad del régimen de Bashar al Asad, fueron insurgentes quienes llegaron a su celda para liberarlo, marcando el fin de una era de represión en Siria.

Barhoum, como miles de prisioneros políticos y desaparecidos desde el inicio del conflicto en 2011, celebró su liberación al recorrer incrédulo las calles de Damasco:

“No había visto el sol hasta hoy. En lugar de estar muerto, Dios me dio una nueva oportunidad de vida”, dijo aliviado.

Prisiones abiertas, recuerdos de horror

En una ofensiva que en solo diez días derrocó al régimen de los Asad, los rebeldes abrieron prisiones en Damasco, Alepo, Homs y Hama, liberando a decenas de miles de detenidos. Los videos difundidos en redes sociales mostraron escenas de alegría y conmoción, con prisioneros descalzos y en condiciones precarias abrazando su libertad.

Las prisiones sirias, conocidas por la brutalidad sistemática, se convirtieron durante décadas en símbolo del terror estatal. La prisión militar de Saydnaya, llamada el “matadero humano”, fue escenario de ejecuciones masivas que Amnistía Internacional estima en 13.000 víctimas entre 2011 y 2016.

En esta prisión, mujeres y niños gritaban mientras los insurgentes rompían los candados de sus celdas. Uno de los rebeldes clamó:

“No tengan miedo… ¡Bashar al Asad ha caído!”.

Familias buscan a sus desaparecidos

Aunque para muchos el fin del régimen fue motivo de celebración, miles de familias esperaron fuera de las prisiones, con la esperanza de reencontrarse con sus seres queridos desaparecidos. Bassam Masri, quien busca a su hijo detenido hace 13 años, expresó:

“Esta felicidad no será completa hasta que pueda ver a mi hijo fuera de la prisión”.

Omar Alshogre, un exdetenido que sobrevivió a años de tortura, observó emocionado desde el extranjero los videos de la liberación:

“Cien democracias en el mundo no hicieron nada por ellos, y ahora unos pocos grupos militares bajaron y abrieron prisión tras prisión”.

Un país en transición

El fin del régimen Asad deja a Siria en un punto crítico. La tarea de reconciliación, reconstrucción y justicia para las víctimas será monumental. Heba, quien busca a familiares desaparecidos desde 2011, sintetizó el sentir de muchos:

“Nos quemaron el corazón. Ahora esperamos respuestas y justicia”.

Mientras las nuevas autoridades intentan controlar el caos, la caída del régimen representa una oportunidad única para que Siria renazca de las cenizas de un conflicto que dejó millones de vidas marcadas por el dolor y la esperanza de un futuro diferente.

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