Sado, Japón, 25 nov.- Corea del Sur rindió homenaje a los trabajadores coreanos forzados durante la Segunda Guerra Mundial en las minas de oro de Sado, Japón, en una ceremonia celebrada el lunes, un día después de boicotear un evento similar organizado por Japón. Las tensiones históricas entre ambos países, relacionadas con las atrocidades de la guerra, continúan marcando la agenda diplomática.
La ceremonia de Corea del Sur, que tuvo lugar cerca de las minas de Sado, sitio que fue catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO este verano, fue organizada por el Ministerio de Relaciones Exteriores surcoreano. El evento contó con la participación de familiares de los trabajadores coreanos, el embajador de Corea del Sur en Japón, Park Choel-hee, y otros funcionarios. Durante la ceremonia, los asistentes ofrecieron crisantemos blancos y otros tributos, como pescado seco y frutas, en honor a los trabajadores forzados.
El evento japonés, que se llevó a cabo el domingo, fue una conmemoración general de todos los trabajadores de las minas, incluidos los coreanos, pero Japón no reconoció explícitamente el trabajo forzado ni emitió una disculpa formal, lo que motivó el boicot de Corea del Sur. Tokio celebró la ceremonia como parte de su compromiso con la UNESCO, pero el gobierno surcoreano decidió no participar debido a desacuerdos sobre el contenido del discurso y la inclusión de una exhibición detallada sobre las condiciones de los trabajadores coreanos.
El embajador Park expresó sus condolencias a las familias de los trabajadores forzados, destacando que las dolorosas memorias de este capítulo histórico no deben ser olvidadas. “Nunca olvidaremos las lágrimas y sacrificios de los trabajadores coreanos”, dijo durante su intervención.
La historia de los trabajadores coreanos forzados en las minas de Sado, que comenzaron a ser explotados bajo condiciones inhumanas durante la Segunda Guerra Mundial, sigue siendo un tema altamente sensible. Se estima que alrededor de 1,500 coreanos fueron forzados a trabajar en estas minas, y las tensiones en torno a este hecho siguen afectando las relaciones entre ambos países.
El boicot de Corea del Sur también estuvo relacionado con la polémica sobre la presencia de la legisladora japonesa Akiko Ikuina en la ceremonia japonesa. Ikuina fue vinculada en informes erróneos a una visita al santuario Yasukuni, un lugar que simboliza el pasado militarista de Japón y que es considerado controvertido debido a su relación con criminales de guerra de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, Ikuina negó haber visitado el santuario.
Mientras tanto, Japón continúa con la implementación de medidas para cumplir con el acuerdo con la UNESCO, como la inclusión de información sobre los trabajadores coreanos en sus museos y sitios relacionados con las minas. Sin embargo, la falta de reconocimiento explícito sobre el trabajo forzado sigue siendo un punto de fricción en las relaciones entre ambos países.
El sitio de la ceremonia de Corea del Sur, en el antiguo Cuarto Dormitorio Souai, donde los trabajadores coreanos vivieron durante la guerra, es uno de los lugares que ahora está marcado con un cartel que recuerda el sufrimiento de los trabajadores. La conmemoración en Sado, aunque separada del evento japonés, refleja la persistente división y la necesidad de reconciliación en torno a este doloroso episodio de la historia.