Paiporta/Massanassa (España), 11 nov (EFE).- Trece días después de las devastadoras inundaciones que azotaron Valencia, las calles de localidades como Paiporta y Massanassa siguen sepultadas en barro, dificultando el regreso a la normalidad en estas zonas. En la calle Lepanto de Paiporta, el lodo aún cubre las aceras hasta los tobillos, y en muchos puntos el panorama sigue siendo desolador, con barro acumulado y servicios básicos inoperativos.
La comunidad de Paiporta ha enfrentado un drama humano sin precedentes, con más de 200 víctimas mortales y una treintena de desaparecidos. María José Miravet, vecina de la localidad, describe cómo el agua alcanzó el techo de su vivienda y sumergió vehículos y enseres en las calles. “Ahora queda el barro, en comparación no estamos tan mal”, señala resignada.
La zona antigua de Paiporta muestra un paisaje teñido de marrón, aunque las tareas de limpieza han permitido la retirada de muchos objetos dañados. No obstante, el flujo de voluntarios ha disminuido significativamente. En la calle Florida, el barro sigue cubriendo el asfalto, aunque sin los montones de pertenencias destruidas que dominaban la escena hace unos días. Roberto, uno de los afectados, menciona que la situación ha mejorado desde el viernes pasado, pero persisten bajos inundados y barro que debe ser sacado a la calle para poder limpiar.
Los equipos de emergencia, incluyendo cuadrillas de militares, trabajan sin descanso para despejar las calles y encontrar alcantarillas que puedan drenar el agua, una tarea obstaculizada por la acumulación de lodo. Además, se teme que las lluvias previstas a partir del miércoles agraven aún más la situación, complicando los esfuerzos de recuperación.
En las áreas más nuevas de Paiporta, como la plaza Blasco Ibáñez, el panorama muestra una leve mejoría, aunque el barro aún persiste en algunos puntos. En Massanassa, el municipio vecino, los servicios básicos siguen seriamente afectados. Sin semáforos en funcionamiento y con el suelo aún cubierto de lodo, el ayuntamiento ha instalado un aljibe de emergencia de 7.000 litros de agua. Este mensaje se comunica por megafonía, uno de los pocos servicios que se ha mantenido en operación tras las inundaciones.
Mientras las calles de Massanassa y sus alrededores se llenan del sonido de maquinaria pesada y mangueras de agua a presión, la comunidad lucha por sobreponerse a esta catástrofe. En Catarroja, otro de los municipios afectados, las conversaciones entre vecinos siguen recordando los momentos de angustia vividos cuando el agua lo cubrió todo. “A mí me llegaba el agua por la cintura cuando sonó la alarma”, relata un joven en la avenida Ramón y Cajal, ahora llena de barro y maquinaria trabajando.
Para estos municipios del sur del área metropolitana de Valencia, el camino hacia la normalidad aún es largo y complicado. La prioridad ahora es la retirada del lodo y la restauración de los servicios esenciales, en un esfuerzo colectivo por reconstruir lo que las inundaciones dejaron arrasado.