Ciudad de Panamá, 29 ago.- El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, anunció este jueves la implementación de un toque de queda nocturno en las dos zonas más afectadas por el crimen organizado en el país: la ciudad de Colón y el distrito de San Miguelito. Esta medida busca “limpiar” estas áreas de pandillas, las cuales están vinculadas al aumento de asesinatos y al narcotráfico.
Durante su conferencia de prensa semanal, Mulino, quien asumió la presidencia el pasado 1 de julio para el período 2024-2029, explicó que el toque de queda se aplicará inicialmente en Colón, ubicada en el litoral Caribe a unos 80 kilómetros de la capital, y en San Miguelito, dentro del área metropolitana de la Ciudad de Panamá.
El presidente indicó que ya solicitó al gobernador de Colón, Julio Hernández, la implementación inmediata del toque de queda, que estará vigente de 9:00 p.m. a 5:00 o 6:00 a.m. Asimismo, expresó su intención de pedir lo mismo a la alcaldesa de San Miguelito, Irma Hernández.
“Desde ya lo digo, deseo que exista el toque de queda en esos dos lugares, para empezar, que son quizás las zonas más afectadas por este tema de pandillas,” declaró Mulino, subrayando que la medida es necesaria “para que podamos trabajar con tranquilidad y limpiar” esas áreas de los grupos criminales.
Según datos del Ministerio Público, Colón y San Miguelito fueron las segunda y tercera zonas más violentas del país en 2023, registrando el 19% y 18% de los 556 homicidios ocurridos, respectivamente, solo superadas por la Ciudad de Panamá, que concentró el 38% de los asesinatos.
Las autoridades panameñas estiman que el 70% de los homicidios en el país están vinculados al crimen organizado, incluidas las pandillas, que se encargan de ocultar y mover la droga proveniente de Sudamérica hacia Norteamérica y Europa, además de distribuirla en el mercado local.
Mulino, quien fue ministro de Seguridad entre 2009 y 2014, señaló que “sin duda alguna, el narcotráfico ha modificado toda la estructura delictiva” en Panamá. Actualmente, se estima que en el país operan alrededor de 150 pandillas, aunque su organización y estética son distintas a las de las maras centroamericanas, que son más grandes, violentas y se identifican por sus tatuajes.