La Habana, 24 agosto.- Los vibrantes ritmos de tambores, claves musicales y la exuberante energía de la rumba llenan una modesta casita en el barrio habanero de Romerillo, donde el reconocido profesor Domingo Pau enseña a niños a bailar y cantar esta tradición cubana. Estas clases son parte del XVI Festival Internacional de la Rumba Timbalaye, un evento que promueve este ritmo de raíces hispano-africanas, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2016.
Ulises Mora, director del Timbalaye, explica a EFE que el origen de la rumba es complejo, con sus raíces en los barracones de esclavos y los solares, áreas marginales de La Habana, Matanzas y Santiago de Cuba. Según Mora, los esclavos africanos, al ser liberados en el siglo XIX, trajeron sus ritmos y bailes que se fusionaron con la cultura española, creando un género que ahora simboliza la identidad cubana.
El estilo rumbero varía según la región: en La Habana predominan el guagancó, caracterizado por su sensualidad y baile en parejas; en Matanzas, se destacan el yambú, con movimientos más suaves, y el columbia, más rápido. Aunque cada estilo tiene sus peculiaridades, todos comparten una base común en la gestualidad y sonoridad cubanas.
El festival, que comenzó el 18 de agosto y se extenderá por una semana, incluye clases magistrales, conversatorios y actividades en diversas comunidades cubanas. Este año, el Timbalaye está dedicado a los Cabildos de Nación, las Casas Templo y el 30 aniversario de la declaratoria de la Ruta de las Personas Esclavizadas por la UNESCO. La coincidencia con la conferencia internacional sobre esta iniciativa subraya el compromiso del festival con la preservación de la memoria y el patrimonio de los esclavos africanos.
El Timbalaye busca mantener viva la memoria de los esclavos africanos y reflejar la identidad compartida de los cubanos a través de la rumba. El festival rinde homenaje a grandes exponentes de este género, como los percusionistas Chano Pozo y Tata Güines, y a agrupaciones como Los Papines, Los Muñequitos de Matanzas, y Yoruba Andabo.
Juan Campos, conocido como “Chan”, un maestro rumbero octogenario, comparte su amor por la rumba: “Para mí, la rumba significa amor a la Patria”, dice. Aunque lamenta no haber comenzado antes, su pasión por el ritmo cubano sigue viva, un testimonio del legado duradero de la rumba en Cuba.