La Paz, 27 junio.- Un grupo de militares, liderados por el excomandante general del Ejército de Bolivia, Juan José Zuñiga, protagonizó un intento de golpe de Estado al irrumpir con tanques en la Plaza Murillo y embestir la puerta de la Casa Grande del Pueblo, sede del Gobierno boliviano. El presidente Luis Arce calificó el evento como un intento de golpe y aseguró que se mantendría en su posición, apelando a la legitimidad democrática otorgada por el pueblo boliviano.
Zuñiga y sus fuerzas armadas se retiraron después de unas horas de tensión, que comenzaron cuando el excomandante, motivado por rumores de destitución y su oposición a la candidatura presidencial de Evo Morales, tomó medidas drásticas contra el gobierno actual. Durante el breve tiempo que estuvieron en el edificio, Zuñiga declaró su intención de “restablecer la democracia” en Bolivia y liberar a “todos los presos políticos”.
El presidente Arce, frente a esta amenaza, actuó rápidamente para denunciar los movimientos ante la comunidad internacional y confrontar a Zuñiga, ordenándole que replegara sus fuerzas. En un acto de defensa de la democracia, Arce también relevó a la cúpula militar, nombrando nuevos comandantes para las Fuerzas Armadas.
El expresidente Evo Morales, a pesar de sus diferencias con Arce, denunció también el intento de golpe y llamó a una movilización nacional para proteger la democracia en Bolivia. Esta acción militar concluyó con la captura de Zuñiga y el comandante de la Armada Boliviana, Juan Arnez Salvador, quienes fueron acusados de terrorismo y alzamiento armado.
La rápida respuesta del gobierno y de las fuerzas policiales, junto con el apoyo popular al gobierno de Arce, fueron cruciales para desactivar la crisis y mantener la estabilidad política en el país.