Bruselas, 23 junio – El primer ministro canadiense Mark Carney inició este lunes una gira oficial de cuatro días por Europa con una visita solemne al cementerio militar de Schoonselhof, en Amberes, donde reposan los restos de 348 soldados canadienses. Acompañado por su esposa, Diana Fox Carney, y el primer ministro belga Bart De Wever, el acto marcó el inicio simbólico de lo que el mandatario calificó en redes sociales como “una nueva era de asociación” entre Canadá y la Unión Europea.

La ceremonia incluyó una ofrenda floral en la que participaron también la ministra de Asuntos Exteriores, Anita Anand, el ministro de Defensa Nacional, David McGuinty, y Stéphane Dion, enviado especial a la UE. Más tarde, Carney se reunió con líderes europeos, entre ellos De Wever, el presidente del Consejo Europeo, António Costa, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

El plato fuerte de la cumbre UE-Canadá será la firma de un ambicioso acuerdo de seguridad y defensa, que según funcionarios europeos, representa uno de los pactos más completos jamás firmados por el bloque con un país no miembro.

Un acuerdo sin precedentes

El pacto permitirá a Canadá participar en compras conjuntas de armamento con países europeos y acceder al programa Security Action for Europe, una iniciativa de 150.000 millones de euros bajo el paraguas de la estrategia ReArm Europe. Sin embargo, antes de entrar formalmente en ese mecanismo, Canadá deberá firmar un segundo acuerdo con la Comisión Europea.

“El objetivo es facilitar adquisiciones más eficientes y asequibles, y diversificar nuestras fuentes de equipamiento”, explicó un alto funcionario canadiense a periodistas durante el viaje.

Mensaje firme a Rusia e Irán

En la declaración conjunta que se espera emitan los líderes al término de la cumbre, se incluirá un llamado a Rusia para que ponga fin a su guerra contra Ucrania, junto con nuevas sanciones. También se exigirá un alto el fuego inmediato y permanente en Gaza y se reiterará la condena al programa nuclear iraní, que Carney ha calificado como una “grave amenaza” para la seguridad internacional.

En un comunicado emitido el domingo, el primer ministro reafirmó que “Canadá ha sido claro: nunca se permitirá que Irán obtenga un arma nuclear”. Carney también reveló que mantuvo una conversación con el expresidente estadounidense Donald Trump, con quien discutió la necesidad de desescalar el conflicto en Medio Oriente, así como temas comerciales y el fortalecimiento de la OTAN.

Por su parte, el primer ministro belga Bart De Wever sostuvo una postura tajante ante los periodistas este lunes: “No tengo simpatía por el régimen malvado de Irán. Es un patrocinador del terrorismo. Un cambio de régimen sería deseable, pero debe darse a través de un proceso democrático, no con bombardeos”.

Un mundo menos amigable

De Wever justificó la importancia de estrechar lazos con Canadá en el actual contexto geopolítico: “Nos despertamos en un mundo que ya no es tan amigable. Con una potencia imperialista en el este, y una figura peculiar en la Casa Blanca que apuesta por el aislacionismo, es momento de que los que creemos en un orden basado en reglas nos unamos”.

También hizo hincapié en la necesidad de aumentar el gasto en defensa y desarrollar en conjunto capacidades industriales, señalando que “los países que aún creemos en el multilateralismo debemos apoyarnos y llegar a acuerdos inteligentes”.

CETA y desafíos comerciales

Además del acuerdo de defensa, la cumbre abordará otros temas clave como el cambio climático, el comercio digital y la implementación del Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA), vigente de forma provisional desde 2017. Aunque la mayoría de sus cláusulas están ya en marcha, el tratado requiere aún la ratificación de diez países europeos para entrar en vigor plenamente.

Está previsto que Carney, Costa y Von der Leyen ofrezcan una conferencia de prensa conjunta este lunes por la noche.

Mañana, el primer ministro canadiense se trasladará a La Haya para participar en la cumbre de la OTAN, en un contexto en el que Canadá busca reducir su dependencia militar de Estados Unidos, especialmente ante las tensiones comerciales y los comentarios reiterados de Donald Trump sugiriendo que Canadá se convierta en un estado estadounidense.

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