Trump considera ataque directo contra Irán mientras se agrava la guerra con Israel y crece la presión interna

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WASHINGTON, 18 junio.- La guerra entre Israel e Irán se ha convertido en el mayor desafío de política exterior del segundo mandato de Donald Trump. En medio de un conflicto regional cada vez más sangriento, el presidente estadounidense evalúa seriamente una intervención militar directa para ayudar a destruir las instalaciones nucleares iraníes, según fuentes cercanas a la Casa Blanca. La presión se intensifica mientras crece la división dentro de su propio gobierno y se acelera el despliegue de fuerzas en Oriente Medio.

El 17 de junio, Trump advirtió públicamente que “nuestra paciencia se está agotando” y exigió una “rendición incondicional” de Teherán. Horas después, se reunió en la Sala de Situación con su equipo de seguridad nacional, lo que dio paso a un movimiento militar significativo: el portaaviones USS Nimitz se dirige al Golfo Pérsico, duplicando la presencia naval estadounidense en la región, mientras un “flujo importante” de aviones cisterna de la Fuerza Aérea cruza hacia el teatro de operaciones, según informes de seguimiento aéreo.

Israel gana impulso, pero la amenaza nuclear persiste

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó recientemente que los ataques israelíes causaron daños en la planta subterránea de enriquecimiento de uranio en Natanz. Aunque el ritmo de los misiles iraníes ha disminuido, Teherán no ha dado señales de ceder y sigue rechazando cualquier negociación bajo presión.

Trump, cada vez más atraído por el “éxito” de la ofensiva israelí, está considerando una operación aérea con aviones B-2 Spirit equipados con la poderosa GBU-57, una “bomba antibúnker” de 13.600 kg, capaz de alcanzar instalaciones profundamente enterradas como las de Fordow, que están fuera del alcance de la aviación israelí.

Divisiones internas en la administración Trump

El movimiento político de Trump no está unido. Sectores neoaislacionistas como el vicepresidente J.D. Vance desconfían de una nueva implicación militar en Oriente Medio, mientras figuras como Elbridge Colby, subsecretario de Defensa enfocado en China, han expresado su rechazo a redistribuir fuerzas desde el Pacífico.

Aun así, estas voces han sido hasta ahora silenciadas. “La gente tiene razón en preocuparse por una nueva implicación extranjera tras 25 años de guerras absurdas, pero el presidente se ha ganado cierta confianza”, reconoció Vance el lunes.

Riesgos económicos y tensiones energéticas

Pese a las tensiones, los precios del petróleo se han mantenido estables: el barril continúa por debajo de los 80 dólares y el galón de gasolina ronda los $3 en EE.UU., lo que ha dado cierto margen de maniobra a la Casa Blanca. Sin embargo, incidentes como la colisión de dos petroleros en el estrecho de Ormuz, el incremento de actividad naval iraní en esas aguas, y la advertencia de Qatar a sus buques gaseros han elevado el nivel de alerta en los mercados energéticos.

Amenaza de colapso o escalada

La postura de Trump, que mezcla amenazas máximas con demandas absolutas, no ha tenido precedentes de éxito en conflictos anteriores. Ahora exige no solo la eliminación del programa de enriquecimiento de uranio iraní, sino también el fin del apoyo de Teherán a milicias extranjeras y el desmantelamiento de sus misiles balísticos.

Expertos advierten que esa estrategia podría provocar el efecto contrario. “El régimen iraní considera que rendirse ante Estados Unidos es más peligroso que las bombas israelíes”, explicó Ali Vaez, del International Crisis Group.

¿Un desenlace inesperado?

Trump podría encontrar una “victoria” si las amenazas logran inducir una concesión significativa de Teherán, o si un ataque quirúrgico consigue destruir infraestructura crítica sin desencadenar una guerra regional. Algunos analistas no descartan incluso una eventual transición interna en Irán, aunque el régimen actual sigue aferrado al poder.

Pero los riesgos de fracaso son enormes: un Irán con el régimen intacto y más determinado a obtener la bomba, una guerra regional, el cierre del estrecho de Ormuz o ataques terroristas contra fuerzas y aliados de EE.UU. en la región. En casa, figuras como Tucker Carlson denuncian que el caos en Medio Oriente “está fracturando la coalición política de Trump”.

Con el conflicto en un punto crítico, el presidente enfrenta una decisión histórica que podría redibujar el mapa político y de seguridad internacional. Las próximas horas serán decisivas.

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