ATLIXCO, México, 19 DE ABRIL.- Cada año, durante la festividad del Viernes Santo, las calles de Atlixco, en el centro de México, se convierten en el escenario de una impresionante muestra de devoción religiosa. Decenas de hombres semidesnudos recorren las calles bajo el calor intenso, con los ojos vendados, arrastrando pesadas cadenas de 31 kilos (70 libras) y con trozos de cactus incrustados en sus brazos y piernas. Este ritual, que forma parte de una tradición local, simboliza la penitencia por los pecados personales y colectivos.
No obstante, esta práctica ha perdido popularidad en los últimos años. Lo que antes reunía a más de 100 participantes ahora apenas logra atraer a 35 personas. Este declive refleja una tendencia más amplia en México, donde el número de personas que se identifican como católicas ha disminuido significativamente. Según datos del censo de 2020, la proporción de mexicanos católicos cayó del 90% en 1990 al 78% actual.
Los habitantes de Atlixco y los organizadores de la ceremonia atribuyen esta reducción a la pérdida de fe entre las nuevas generaciones, quienes consideran que la práctica es demasiado extrema. “Los jóvenes están perdiendo la fe”, señaló Vicente Valbuena, un empresario local de 68 años. “Además, el castigo físico es muy pesado”, añadió. Para muchos de los actuales participantes, mantener viva esta tradición representa una conexión con su pasado y una forma de preservar la cultura religiosa de sus antepasados.
A pesar de la disminución en el número de penitentes, los organizadores locales continúan promoviendo la actividad como una forma de proteger el patrimonio cultural y espiritual de Atlixco. Sin embargo, reconocen que será un desafío atraer a las nuevas generaciones sin perder el profundo significado de la ceremonia.