CARACAS/WASHINGTON, 8 de marzo.— El Gobierno de Venezuela ha advertido en privado al Gobierno de Donald Trump que no aceptará a sus propios ciudadanos deportados desde Estados Unidos después de que Washington decidiera poner fin a la licencia operativa de la petrolera Chevron en el país caribeño. Según informa este viernes The Wall Street Journal (WSJ), citando fuentes conocedoras del asunto, esta medida refleja una creciente tensión entre ambos países tras la reunión de enero entre el enviado de Trump, Richard Grenell, y el líder venezolano Nicolás Maduro, cuya legitimidad no es reconocida por EE.UU.
El Contexto: Fin de la Licencia de Chevron
Este martes, la Administración de Trump anunció la cancelación de la licencia operativa de Chevron en Venezuela, ordenándole abandonar el país en un plazo de un mes, hasta el 3 de abril. Esta decisión fue tomada después de que el presidente estadounidense criticara públicamente a Maduro por no acelerar las deportaciones de venezolanos indocumentados en EE.UU. tan rápido como esperaba.
La petrolera estadounidense había sido una de las pocas empresas autorizadas a operar en Venezuela bajo sanciones impuestas por Washington, lo que permitía cierto flujo de ingresos al régimen de Maduro. La eliminación de esta licencia se interpreta como una medida de presión adicional para forzar al gobierno venezolano a cumplir con las demandas de EE.UU., incluyendo la cooperación en materia de deportaciones.
La Respuesta de Venezuela
Según el WSJ, el Gobierno de Venezuela ha respondido en privado advirtiendo que no acogerá más deportados si la situación diplomática y económica con EE.UU. sigue deteriorándose. Esta postura complica aún más la campaña de deportación masiva prometida por Trump, quien ya enfrenta desafíos logísticos y financieros debido al alto costo de los vuelos militares utilizados para repatriar a inmigrantes indocumentados.
El diario señala que las divisiones dentro del Gobierno de Trump sobre cómo manejar la relación con Venezuela han empeorado la situación. Desde el 20 de febrero, no se han realizado más vuelos de deportación ni visitas de seguimiento a Caracas, según fuentes cercanas a las conversaciones bilaterales.
El Acuerdo de Repatriación y su Desgaste
En enero, el enviado especial de Trump, Richard Grenell, viajó a Caracas para negociar un acuerdo de repatriación con el régimen de Maduro. Como resultado, tres vuelos con un total de 366 venezolanos fueron deportados desde EE.UU. en febrero. Además, el 24 de febrero, otro vuelo con 242 repatriados llegó a Caracas procedente de México, en virtud de un acuerdo separado con ese país.
Sin embargo, estas acciones parecen haberse estancado. El WSJ indica que la falta de progreso en las deportaciones y la cancelación de la licencia de Chevron han generado tensiones significativas entre ambos gobiernos, afectando la implementación del acuerdo inicial.
El Costo de los Vuelos de Deportación
Uno de los principales obstáculos para la campaña de deportación de Trump ha sido el costo prohibitivo de los vuelos militares utilizados para transportar a los deportados. Según el WSJ, estos vuelos han obligado al Gobierno estadounidense a pausar temporalmente las repatriaciones mientras busca alternativas más económicas.
El rechazo de Venezuela a acoger a sus ciudadanos deportados podría exacerbar aún más este problema, dejando a cientos de venezolanos varados en centros de detención en EE.UU. o en condiciones precarias mientras se resuelve la disputa diplomática.
Una Relación Cada Vez Más Frágil
La decisión de Trump de cancelar la licencia de Chevron y la respuesta de Venezuela de negarse a aceptar más deportados ilustran la fragilidad de las relaciones entre ambos países. Mientras EE.UU. busca ejercer presión económica y política sobre el régimen de Maduro, Venezuela responde con medidas que complican aún más los esfuerzos de Washington para abordar la crisis migratoria.
“Esto no solo pone en peligro el acuerdo de repatriación, sino que también refleja la falta de confianza entre ambos gobiernos”, señalaron analistas citados por el WSJ.
El futuro de las deportaciones y la relación bilateral dependerá de si ambas partes pueden encontrar un terreno común en medio de una creciente polarización. Sin embargo, con las elecciones presidenciales estadounidenses a la vuelta de la esquina, es probable que las tensiones sigan escalando antes de que se alcance una solución viable.
“La situación actual demuestra que las políticas de mano dura no siempre producen los resultados esperados, especialmente cuando hay intereses divergentes en juego”, concluyeron expertos en política internacional.
Mientras tanto, los venezolanos indocumentados en EE.UU. permanecen en una situación de incertidumbre, atrapados entre las tensiones geopolíticas y las decisiones de dos gobiernos que parecen priorizar sus agendas políticas sobre las necesidades humanitarias.