España: La Mano de Obra Extranjera Impulsa la Economía en un Mundo Dividido por el Sentimiento Antiinmigración

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GUISSONA, España, 28 feb.- En una vasta planta de producción en el corazón de Cataluña, trabajadores de 62 nacionalidades colaboran para mantener en funcionamiento una de las empresas alimentarias más exitosas de España. Mientras millones de piernas de jamón se desplazan en ganchos a lo largo de cintas transportadoras, esta diversidad laboral refleja el papel crucial que los inmigrantes han jugado en la economía española, convirtiéndola en una de las más dinámicas del mundo industrializado.


El Motor de la Economía Española: Los Trabajadores Extranjeros

La contribución de los trabajadores extranjeros ha sido fundamental para el crecimiento económico de España. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la economía española creció alrededor del 3% en 2023, superando con creces el promedio del 0,8% registrado en la eurozona y el 2,8% de Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump ha promovido políticas antiinmigración como el cierre de fronteras y la deportación masiva.

“BonÀrea es lo que es gracias a las personas de otros países que han venido aquí a trabajar. Tenemos que estar eternamente agradecidos a estas personas”, afirmó Xavier Moreno, jefe de recursos humanos de la empresa, durante una visita reciente. Esta declaración resume la postura de muchas empresas y líderes españoles que reconocen el valor de la inmigración para sostener sectores clave de la economía.

El 45% de todos los empleos creados desde 2022 han sido ocupados por cerca de medio millón de nuevos trabajadores nacidos en el extranjero, según el ministerio de Seguridad Social y Migración de España. Hoy, casi tres millones de extranjeros representan el 13% de la fuerza laboral del país, un número que sigue creciendo.


Una Estrategia de Apertura Económica

Frente a los retos demográficos y económicos, España eligió abrirse al mundo en lugar de cerrar sus fronteras. “Teníamos dos maneras de afrontar el desafío: que España fuera un país cerrado y pobre o que fuera un país abierto y próspero”, explicó Elma Saiz, ministra de Seguridad Social y Migración.

Esta estrategia contrasta con el aumento del sentimiento antiinmigración en otras partes de Europa y EE.UU., donde partidos de extrema derecha han ganado terreno promoviendo narrativas restrictivas. Sin embargo, en España, estos movimientos no han logrado imponerse profundamente, gracias en parte a la integración relativamente fluida de los migrantes y a la percepción positiva de su contribución económica.


El Caso de BonÀrea: Un Modelo de Integración

En BonÀrea, una empresa alimentaria ubicada en Guissona, la integración de trabajadores extranjeros es un ejemplo destacado. La compañía ofrece clases de español y catalán, ayuda con permisos de trabajo y asistencia para encontrar vivienda y escuelas. Además, fomenta reuniones periódicas entre representantes de diferentes nacionalidades para abordar temas culturales y mejorar la cohesión laboral.

“En Perú no suele haber gente de todas partes del mundo. Cuando llegué tocaba gente de Ucrania, de Marruecos; hay algunos latinos, pero la mayoría son de Europa y África”, dijo Víctor Razuri, un mecánico peruano contratado por BonÀrea. Aunque reconoce que el proceso de adaptación fue inicialmente difícil, ahora siente que forma parte de un equipo cohesionado.

Para Mohamed Es-Saile, un electricista marroquí que llegó ilegalmente a España hace más de dos décadas, la experiencia ha sido similar. “Aquí en España y sobre todo en la comarca de Lérida, no se siente mucho ese mensaje de odio hacia el emigrante”, comentó. “Una persona adaptada puede integrarse mejor que algunas personas nacidas aquí”.


Un País envejecido que Necesita Mano de Obra

El envejecimiento de la población española ha creado una demanda crítica de trabajadores jóvenes. Según el Banco de España, se necesitarán 30 millones de inmigrantes en edad laboral durante los próximos 30 años para mantener el equilibrio entre trabajadores y jubilados. Este desafío demográfico ha llevado al gobierno a adoptar medidas innovadoras, como la regularización de migrantes no autorizados.

En noviembre, la coalición izquierdista liderada por el primer ministro Pedro Sánchez anunció planes para otorgar permisos de trabajo y documentos a unos 900.000 extranjeros que ya residen en España de manera irregular. El objetivo es integrarlos formalmente en la economía, asegurando que paguen impuestos y contribuyan al sistema de seguridad social.

“Acoger al que viene de fuera buscando una vida mejor no es solo un deber al que nos obliga la historia, es también un paso esencial para garantizar la prosperidad futura de nuestra economía”, declaró Sánchez en octubre.


Retos Humanitarios y Políticas de Regularización

A pesar de los avances, España enfrenta desafíos significativos relacionados con la migración irregular. Las rutas del Mediterráneo y las Islas Canarias siguen siendo puntos críticos, con miles de personas arriesgando sus vidas para llegar al país. Para abordar esta crisis, el gobierno ha promovido acuerdos con países africanos, como el esquema de trabajo temporal presentado por Sánchez durante su gira por Mauritania, Senegal y Gambia.

Sin embargo, el éxito de estas iniciativas aún está por verse. Mientras tanto, empresas como BonÀrea están listas para aprovechar el talento de los migrantes regulares. Según Xavier Moreno, la empresa podría ofrecer hasta 700 puestos de trabajo adicionales en los próximos meses.


Conclusión: Una Lección de Prosperidad Inclusiva

La experiencia de España demuestra que la inmigración puede ser una solución efectiva a los desafíos económicos y demográficos, siempre que se gestione con políticas inclusivas y de integración. Mientras otros países debaten cómo cerrar sus fronteras, España ha optado por abrirlas, demostrando que la prosperidad compartida es posible cuando se prioriza la cooperación sobre el conflicto.

Como señaló el propietario de un café en Barcelona, Jordi Ortiz, “sin los extranjeros, no podríamos mantener nuestros negocios”. Esta realidad no solo define el presente de España, sino que también ofrece lecciones valiosas para un mundo cada vez más polarizado por el debate migratorio.

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