Toronto (Canadá), 16 feb.- La idea de que Estados Unidos podría anexionarse a Canadá, una posibilidad que parecía relegada al pasado, ha vuelto a cobrar fuerza tras los recientes comentarios del presidente Donald Trump. Desde su regreso a la Casa Blanca en enero de 2025, Trump ha insinuado repetidamente que Canadá podría convertirse en el “estado número 51” de EE.UU., utilizando como herramienta principal la “fuerza económica” para presionar a su vecino del norte.

Esta amenaza no es nueva; históricamente, Estados Unidos ha mostrado interés en incorporar territorios canadienses, pero las circunstancias actuales han despertado preocupación en un país profundamente dependiente de su relación comercial con Washington. Con aranceles del 25 % sobre productos canadienses ya anunciados, el primer ministro Justin Trudeau intentó desactivar la crisis durante una cena con Trump en Mar-a-Lago en noviembre de 2024. Sin embargo, la respuesta del mandatario fue clara: si Canadá quiere evitar los gravámenes, deberá considerar su integración como parte de EE.UU.


Un Eco del Pasado: La Amenaza de Anexión en el Siglo XIX

Durante la segunda mitad del siglo XIX, EE.UU. expresó repetidamente su interés en adquirir las colonias británicas de Norteamérica, hoy conocidas como Canadá. En ese entonces, el Reino Unido veía estas colonias como una carga política, económica y militar, y había prácticamente decidido que no valía la pena defenderlas en caso de un conflicto con Estados Unidos.

Sin embargo, paradójicamente, fue precisamente la amenaza de anexión estadounidense lo que impulsó a las colonias británicas a unificarse. En 1867, se creó la Confederación Canadiense, un paso crucial hacia la independencia que permitió a Canadá organizarse como una entidad política coherente y resistir las presiones externas.

Según Andrew Johnston, profesor de Historia de la Universidad Carleton de Ottawa, “el deseo de EE.UU. de absorber Canadá fue lo que empujó al Imperio Británico y a los habitantes de aquí a organizarse en colonias independientes y, más tarde, en una nación independiente”. Este proceso histórico sugiere que las amenazas externas pueden fortalecer la identidad nacional, algo que algunos observadores creen podría repetirse hoy.


El Cambio de Mentalidad en EE.UU.: La Guerra de 1898 y el Rol de España

Hacia finales del siglo XIX, el interés expansionista de EE.UU. cambió de rumbo. En lugar de centrarse en territorios cercanos como Canadá, Washington dirigió su atención hacia ultramar. La guerra hispano-estadounidense de 1898 marcó un punto de inflexión, cuando EE.UU. derrotó a España y adquirió territorios como Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam.

Este cambio estratégico se debió en parte al crecimiento industrial de EE.UU., que transformó sus prioridades económicas y políticas. Como señalan Gwynne Dyer y Tina Viljoen en su libro ‘The Defence of Canada’, el antiguo impulso por la expansión territorial dejó de ser central en la vida estadounidense, reemplazado por un nuevo imperialismo centrado en posesiones de ultramar.

Curiosamente, fue España quien, al perder sus colonias en América, contribuyó indirectamente a salvar a Canadá de una posible anexión. Con sus ambiciones redirigidas hacia el Caribe y Asia, EE.UU. dejó de lado temporalmente sus aspiraciones sobre el norte.


Trump y McKinley: Paralelismos Históricos

El paralelismo entre Trump y el presidente William McKinley, quien lideró EE.UU. durante la guerra de 1898, no pasa desapercibido para los analistas. McKinley, apodado por Trump como “el rey de los aranceles”, fue un firme defensor de imponer gravámenes elevados a las importaciones extranjeras. Hoy, Trump parece estar siguiendo sus pasos, utilizando aranceles como herramienta para presionar a socios comerciales como Canadá.

Para Johnston, esta retórica refleja una mentalidad histórica arraigada en EE.UU.: la creencia de que el país tiene una “misión histórica” para expandir su influencia. Sin embargo, también advierte que las amenazas de Trump podrían tener un efecto contrario al deseado, fortaleciendo el patriotismo canadiense y consolidando la identidad nacional frente a las presiones externas.


Un Renovado Patriotismo en Canadá

En los últimos meses, las tensiones con EE.UU. han generado un inesperado efecto colateral: un renovado sentido de orgullo y unidad entre los canadienses. Desde manifestaciones hasta campañas en redes sociales, muchos ciudadanos han comenzado a reafirmar su identidad nacional, destacando la importancia de mantener la soberanía frente a las presiones estadounidenses.

Este fenómeno no es nuevo. En 1867, la amenaza de anexión forzó a las colonias británicas a unificarse y construir una nación independiente. Hoy, las declaraciones de Trump podrían estar catalizando un momento similar, donde los canadienses reafirman su compromiso con su país y su independencia.


Conclusión: ¿Qué Pasará Ahora?

La retórica de Trump sobre la anexión de Canadá ha generado tanto preocupación como unidad en el país. Aunque la probabilidad de que EE.UU. intente realmente incorporar a Canadá como un estado parece remota, las implicaciones económicas y políticas de esta amenaza son reales.

Históricamente, las presiones externas han fortalecido la resiliencia de Canadá, desde su creación como nación en 1867 hasta hoy. Si bien la relación entre ambos países sigue siendo fundamental para la estabilidad económica y geopolítica de Norteamérica, la retórica agresiva de Trump podría llevar a Canadá a buscar nuevas alianzas internacionales y reducir su dependencia de EE.UU.

En última instancia, la historia sugiere que las amenazas externas rara vez logran su objetivo final: en lugar de debilitar a Canadá, podrían terminar fortaleciéndolo aún más.

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