Damasco, 13 de diciembre (EFE). – Hoy, miles de personas se han reunido en las calles de Damasco y otras grandes ciudades sirias para celebrar el fin del régimen de Bashar al Asad y el comienzo de lo que consideran una nueva era para el país, con la recuperación de la antigua bandera nacional.
La celebración ha tenido lugar tras el colapso del gobierno de Asad, el pasado 8 de diciembre, y el derrocamiento del régimen que dirigió Siria durante más de 50 años, primero bajo su padre Hafez al Asad (1971-2000) y luego él mismo desde el año 2000. En la céntrica Plaza de los Omeyas de Damasco, miles de damascenos se han mezclado con combatientes de diversas facciones, desde grupos islamistas hasta ciudadanos urbanos, para celebrar el cambio de poderes.
La bandera que ondea hoy sobre la capital tiene los colores verde, blanco y negro, con tres estrellas rojas en la franja blanca, un diseño que se remonta a los primeros años de independencia de Siria, después de la salida de los franceses. Esta bandera fue reemplazada en 1958 por la actual roja, blanca y negra, adoptada después de una serie de revoluciones árabes, pero que se ha vuelto a utilizar tras la caída de Asad.
La nueva bandera se ha convertido en un símbolo de la transición política del país. Yazen al Masry, un farmacéutico de Damasco, expresó a EFE: “Es una bandera muy bonita y nos representa. Es la bandera antigua, patriótica, que hemos perdido y que ahora, con suerte, volverá”. En los últimos días, la bandera fue adoptada no solo por las fuerzas insurgentes, sino también por la ciudadanía en general, lo que refleja la amplitud del apoyo a la transición.
A pesar de la diversidad de grupos presentes en las celebraciones, desde combatientes hasta personas de la clase media y mujeres de diferentes tradiciones, la unidad bajo este símbolo ha sido un tema constante. “Hoy celebramos sin miedo, sin la obligación de aplaudir a un dictador”, dijo Manal al Hakim, una mujer de 54 años, en la plaza.
En otras ciudades como Hama, Latakia y Tartus, también se registraron movilizaciones masivas que siguieron el mismo tono festivo, sin enfrentamientos ni actos de violencia, tal como pidió el líder insurgente Ahmed al Charaa (Abu Mohammad al Jolani).
Mientras tanto, los “muyahidines” que llegaron al país para apoyar la rebelión no impusieron ninguna represión, dejando que las celebraciones se desarrollaran con libertad. Los comerciantes también aprovecharon la ocasión para llenar las calles con banderas y otros símbolos patrióticos.
Esta jornada en Damasco ha marcado un punto de inflexión para los sirios, que ven en la “vieja-nueva” bandera el comienzo de un nuevo capítulo para el país.