Washington, 13 de noviembre de 2024 – En una medida sin precedentes, el presidente electo de EE.UU., Donald Trump, ha seleccionado a Elon Musk como líder del nuevo “Departamento de Eficiencia Gubernamental” (DOGE), cuya misión será reducir drásticamente las regulaciones federales. Esta decisión revive la idea de encargar a magnates del sector privado la tarea de recortar costos burocráticos, algo que el presidente Ronald Reagan ya había intentado en 1982 al asignar esa tarea a J. Peter Grace, líder de la industria química.
Sin embargo, la situación de Musk plantea preocupaciones éticas más profundas, según advierten analistas, dado que sus compañías —como Tesla, SpaceX, la red social X, Neuralink y xAI— tienen contratos multimillonarios y reciben beneficios fiscales del gobierno. SpaceX, por ejemplo, mantiene contratos de miles de millones de dólares con la NASA, mientras que Tesla se beneficia de incentivos para vehículos eléctricos y enfrenta regulaciones de seguridad vehicular.
Ann Skeet, directora de ética del Centro Markkula de la Universidad de Santa Clara, advierte que esta cercanía entre Musk y el gobierno podría permitirle influir en regulaciones que beneficien a sus empresas. Trump ha adelantado que Musk y el excandidato republicano Vivek Ramaswamy colaborarán estrechamente con la Oficina de Administración y Presupuesto para proponer reformas que requerirían, en algunos casos, la aprobación del Congreso.
Conflictos potenciales y posibles exenciones éticas
El abogado de ética Richard Painter, exasesor de la Casa Blanca, señala que, si Musk y Ramaswamy colaboran como asesores externos, podrían evitar ciertos requisitos éticos y conflictivos de interés. No obstante, para formar parte oficialmente de una agencia gubernamental, Musk tendría que desvincularse de sus negocios o abstenerse de participar en asuntos que afecten a sus empresas. Trump podría otorgarle una exención ética, aunque Painter alerta que este tipo de exenciones han sido históricamente impopulares.
Tesla, SpaceX y el equipo de transición de Trump no han respondido si Musk se recusaría en temas que involucren sus intereses empresariales. Aun así, el DOGE tendría una influencia considerable en áreas clave como seguridad automotriz, exploración espacial, redes sociales e inteligencia artificial.
Impacto en la regulación automotriz y la exploración espacial
Tesla, la empresa de automóviles eléctricos de Musk, ha tenido conflictos frecuentes con la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA) por el retiro de vehículos y la supervisión de sus proyectos de vehículos autónomos. La directora del Centro de Autonomía y Robótica de la Universidad George Mason, Missy Cummings, advierte que Musk podría replicar en la NHTSA los recortes masivos de personal que implementó en X, debilitando la capacidad de la agencia para supervisar la seguridad automotriz y regular la automatización de vehículos.
SpaceX, que trabaja en colaboración con la NASA en el programa lunar Artemis, tiene contratos por miles de millones de dólares con el gobierno. En el contexto de su trabajo con la Administración Federal de Aviación (FAA) en los lanzamientos del cohete Starship, Musk ha cuestionado la “excesiva burocracia” de la FAA, sugiriendo que recortes en su financiamiento podrían agilizar estos proyectos.
Musk, la IA y la plataforma X bajo la lupa regulatoria
La red social X y la startup xAI, centrada en inteligencia artificial, también podrían beneficiarse de esta posición. X ha estado bajo investigación de la Comisión Federal de Comercio (FTC) por su manejo de datos sensibles y enfrenta una investigación de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) por irregularidades en su compra. Musk ha convertido X en un canal de apoyo para Trump, aprovechando la plataforma para dar un espacio privilegiado a su campaña y a sus aliados políticos.
Además, xAI planea construir una supercomputadora de IA en Memphis, Tennessee, pero el proyecto ha generado preocupación entre ambientalistas y la Agencia de Protección Ambiental (EPA) debido a su impacto potencial en la red eléctrica y las comunidades cercanas. La planta, que utilizaría turbinas de gas, está ubicada en vecindarios de minorías que ya han sido afectados por contaminación industrial en el pasado.
A medida que Musk asume este rol, los expertos advierten que una reducción en la capacidad de regulación federal podría favorecer sus intereses empresariales, afectando la vigilancia en áreas tan críticas como la seguridad pública, el medioambiente y la salud. La influencia de Musk en el nuevo DOGE plantea preguntas sobre los límites entre el sector público y el privado y si esta fusión de intereses beneficiará realmente a la ciudadanía o, en cambio, acentuará el poder de un selecto grupo de intereses empresariales.