Tokio, 11 nov.- La Cámara Baja de la Dieta japonesa reeligió este lunes a Shigeru Ishiba como primer ministro de Japón, gracias al respaldo de su coalición gobernante, que mantiene una mayoría simple pero perdió la mayoría absoluta en las recientes elecciones.

Ishiba obtuvo 221 votos a favor de los 465 escaños en la Cámara Baja en una segunda ronda de votación en la que compitió contra Yoshihiko Noda, líder de la oposición, quien recibió 160 votos.

Primer Gobierno en Minoría en 30 Años

La situación política de Ishiba se ve considerablemente debilitada, ya que liderará el primer gobierno en minoría en Japón desde hace tres décadas. También es la primera vez en tres décadas que la Cámara Baja necesita dos rondas de votación para elegir al primer ministro, reflejando la incertidumbre que atraviesa la política japonesa.

El debilitamiento del Partido Liberal Demócrata (PLD) en las elecciones anticipadas del pasado 27 de octubre, convocadas por el propio Ishiba tras vencer en las primarias, dejó a su coalición con el partido budista Komeito sin la mayoría absoluta que habían ostentado hasta ahora.

Una Oposición Fortalecida

A sus 67 años, Ishiba ha tenido la tarea de liderar un PLD en crisis tras la retirada del histórico primer ministro Shinzo Abe en 2020. La administración de Ishiba ha enfrentado escándalos de corrupción, lo que contribuyó a la caída en los resultados de las elecciones, con el PLD registrando su peor desempeño desde 2009.

Ahora, el gobierno de Ishiba deberá negociar con otros partidos para aprobar proyectos de ley clave. Las conversaciones ya se han iniciado con otras formaciones conservadoras y de centro-derecha. Sin embargo, el fortalecimiento de partidos como el Partido Democrático Popular coloca a la oposición en una posición estratégica, con capacidad para presionar al gobierno y exigir la inclusión de sus propuestas.

Un Futuro Político Incierto para el PLD

El nuevo gobierno en minoría de Ishiba se enfrentará a una legislatura marcada por la inestabilidad y la necesidad de alianzas con otros partidos. La situación obligará al primer ministro a buscar consensos, lo que condicionará su capacidad para avanzar en su agenda política y, a la vez, podría transformar el panorama político de Japón en los próximos años.

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