Múnich, 22 sep.- El alcalde Dieter Reiter inauguró oficialmente el Oktoberfest el sábado, al introducir el grifo en el primer barril de cerveza, dando inicio a la 189na edición de este icónico festival. Miles de amantes de la cerveza se reunieron en el recinto ferial de Múnich, listos para celebrar y chocar sus tarros en lo que es considerado el festival folclórico más grande del mundo.
Con la primera cerveza servida, las meseras comenzaron a llevar charolas repletas de tarros hacia las mesas. Cada una cargaba hasta ocho tarros de vidrio, mientras los asistentes disfrutaban de la cerveza bajo el intenso calor de las carpas.
La fiesta, que se extenderá hasta el 6 de octubre, se desarrolla en 18 grandes carpas situadas en el recinto de Theresienwiese, donde se espera que millones de visitantes disfruten de la comida, los juegos y, por supuesto, la cerveza.
Seguridad reforzada tras un ataque en Alemania
Este año, la seguridad se ha incrementado significativamente tras el ataque con arma blanca ocurrido el 23 de agosto en Solingen, una ciudad a 470 kilómetros de Múnich, donde tres personas perdieron la vida y ocho resultaron heridas. Aunque el Estado Islámico se atribuyó la responsabilidad del ataque sin presentar pruebas, los organizadores del Oktoberfest han implementado por primera vez en la historia del evento detectores de metales, aunque recalcaron que no existe una amenaza concreta.
El entusiasmo no disminuye a pesar de las medidas
La mañana del sábado, decenas de miles de personas se congregaron para presenciar el desfile de apertura, mientras otros se apresuraban a encontrar un lugar en las carpas. A pesar del frío matutino, los asistentes no perdieron el entusiasmo. Algunos jugaban cartas, otros exploraban el recinto en busca de comida y atracciones, todo mientras esperaban el momento en que se comenzara a servir la cerveza.
El festival, que espera recibir unos 6 millones de visitantes en 16 días, prevé un consumo masivo de cerveza, con precios que oscilan entre los 13,60 y 15,30 euros por un tarro de un litro. Este aumento en los precios, un 3,87% más respecto al año anterior, no parece desanimar a los asistentes.
Una tradición única y vibrante
Para muchos, como Mikael Caselitz, un joven de 24 años nacido en Múnich y asiduo del Oktoberfest, el festival es una experiencia que debe vivirse al menos una vez en la vida. “Puede volverse un poco caótico cuando la gente bebe demasiado”, bromeó Caselitz, “pero en general, es una experiencia muy divertida”.
Con la alegría en el aire y una ciudad volcada en la celebración, el Oktoberfest continúa siendo un símbolo de la cultura bávara y un destino obligado para los amantes de la cerveza de todo el mundo.