São Paulo, 15 sep. – Pablo Marçal, empresario, influencer mesiánico y favorito en las elecciones municipales de São Paulo, ha roto la polarización política entre Lula y Bolsonaro con propuestas radicales, como la construcción de un edificio de 1 km de altura, el más alto del mundo, inspirado en el presidente salvadoreño, Nayib Bukele.

Nacido en Goiânia en 1987, Marçal ha irrumpido en la contienda electoral de la ciudad más grande de Brasil con un estilo provocador y belicoso. A pocas semanas de las elecciones, las encuestas lo colocan en empate técnico con Ricardo Nunes, el actual alcalde apoyado por Jair Bolsonaro, y Guilherme Boulos, respaldado por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Un antisistema con un emporio empresarial

Marçal se autodenomina “antisistema”, aunque ha acumulado una fortuna significativa dentro de él. Su patrimonio, que alcanza casi 170 millones de reales (unos 30,5 millones de dólares), está repartido entre un holding empresarial, tierras y participaciones societarias. En las redes sociales, Marçal se ha hecho famoso por sus charlas motivacionales y cursos sobre cómo ganar dinero de manera rápida, lo que le ha permitido captar la atención de millones de seguidores.

Con un lema de campaña peculiar, “Yo, un celular, Dios y el pueblo”, Marçal ha adoptado un enfoque de estrella de rock, similar al del presidente argentino Javier Milei, y se ha ganado el apoyo de una parte del electorado de extrema derecha, dividiendo al bolsonarismo en São Paulo. Durante su campaña, se muestra siempre con su distintiva gorra con la ‘M’ de Marçal y ha realizado recorridos por barrios humildes, rodeado de seguidores y portando chaleco antibalas.

Controversias y antecedentes judiciales

El pasado de Marçal está marcado por problemas judiciales. Aunque asegura haber comenzado su carrera como telefonista, luego pasó al mundo de la consultoría y la política, donde ya se postuló como candidato presidencial en 2022. Sin embargo, su partido lo apartó para respaldar a Bolsonaro. Más tarde, intentó obtener un escaño como diputado federal, pero la justicia lo impidió por sospechas de corrupción.

Además, en 2010, fue condenado a 4,5 años de prisión por su supuesta participación en un esquema de hurto a través de páginas web fraudulentas, aunque nunca cumplió la sentencia, que prescribió.

Su partido, el Partido Renovador Laborista Brasileño, ha sido relacionado con miembros del Primer Comando de la Capital (PCC), una de las organizaciones criminales más poderosas de Sudamérica. Asimismo, Marçal enfrenta investigaciones por presuntamente pagar a usuarios de Internet para promover su candidatura, lo que llevó a la Justicia electoral a suspender sus perfiles oficiales en redes sociales. No obstante, rápidamente logró reabrir otras cuentas que atrajeron a millones de seguidores en cuestión de días.

A pesar de su historial judicial y las controversias que lo rodean, Marçal sigue consolidando su apoyo entre un electorado descontento con la política tradicional en São Paulo, posicionándose como una alternativa disruptiva en la mayor ciudad de Brasil.

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