París, 8 julio.- La izquierda francesa ha logrado un histórico vuelco electoral en las elecciones legislativas de este domingo, superando al bloque macronista y relegando a la ultraderecha de Marine Le Pen al tercer lugar.
El inesperado panorama político que deja la segunda vuelta anticipa una Asamblea Nacional profundamente dividida y sin mayorías claras, complicando la gobernabilidad en un país sin tradición de coaliciones ni alianzas.
Con los 577 escaños ya asignados, el Nuevo Frente Popular (NFP), que incluye socialistas, comunistas, ecologistas y La Francia Insumisa (LFI), quedó en primer lugar con 182 escaños, más otros 13 independientes de izquierda, según datos oficiales del Ministerio del Interior.
El bloque macronista, compuesto por tres partidos, perdió su mayoría al quedarse con 168 diputados, una caída notable desde los 250 que tenía, aunque menos pronunciada de lo que preveía la primera vuelta.
La Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen, que partía como favorita tras su victoria en la primera vuelta y los pronósticos de los sondeos, obtuvo finalmente 143 escaños. A pesar de esta decepción, el RN consiguió un resultado histórico, superando ampliamente los 89 diputados de 2022.
Los Republicanos (LR) mantuvieron su posición a pesar de algunas deserciones hacia el RN, logrando 45 diputados, con la posibilidad de sumar otros 15 independientes de derechas.
Con una participación muy alta, en torno al 67 %, muchos franceses parecen haberse movilizado para frenar el ascenso de la ultraderecha tras su triunfo en la primera vuelta del 30 de junio.
La mayoría absoluta en la Asamblea Nacional está en 289 escaños, una cifra alcanzable solo mediante pactos que, por ahora, parecen improbables debido al veto de los macronistas y los conservadores a LFI, que cuenta con más de 80 diputados bajo el paraguas del NFP.
Explosión de alegría en la Plaza de la República
El inesperado vuelco fue recibido con júbilo en la Plaza de la República por miles de simpatizantes de la izquierda congregados en este emblemático lugar. Jean Luc Mélenchon, líder de LFI, exigió al presidente Emmanuel Macron que nombre a un primer ministro de la alianza de izquierdas.
Mélenchon insistió en que el Nuevo Frente Popular “tiene que aplicar su programa y solo su programa”, rechazando negociaciones con la coalición de Macron.
El expresidente socialista François Hollande, elegido diputado en estas elecciones tras regresar a la política activa, instó a la izquierda a mostrar “responsabilidad” para aplicar su programa y pacificar el país tras una campaña divisiva.
Desde el campo presidencial, el primer ministro Gabriel Attal anunció que presentará su dimisión a Macron mañana, aunque se mostró dispuesto a dirigir un Gobierno provisional debido a la “situación política sin precedentes” y la inminente inauguración de los Juegos Olímpicos de París.
Fuentes del Elíseo indicaron que Macron, quien viajará a Washington este lunes para participar en la cumbre de la OTAN, tomará decisiones sobre el Gobierno una vez se instale la nueva Asamblea Nacional.
El ambiente en la noche electoral del RN era muy distinto. Su presidente y aspirante a primer ministro, Jordan Bardella, denunció las “alianzas contra natura” que perjudicaron a su formación, mientras que Marine Le Pen aseguró en entrevistas que lo de hoy fue “una victoria en diferido”, previendo un triunfo inexorable en el futuro.
Los resultados llegaron después de que el RN ganara holgadamente la primera vuelta del 30 de junio con un 33,3 % de los votos, siendo el favorito unánime para la segunda ronda en todas las proyecciones demoscópicas.
El politólogo Alain Duhamel describió esta sorpresa electoral como “la mayor de nuestra historia” en el canal BFM. En algunas ciudades, las celebraciones de la izquierda desembocaron en enfrentamientos con las fuerzas del orden, especialmente en Lyon, Rennes, Lille y Nantes, donde se usaron gases lacrimógenos para dispersar manifestantes.