Ciudad Juárez (México), 8 julio.- En medio del abrasador verano y temperaturas que superan los 40 grados, migrantes desesperados se aventuran a cruzar las dunas del desierto de Chihuahua, en la frontera norte de México, buscando evitar los cada vez más intensos operativos de las autoridades mexicanas y estadounidenses.
Uno de estos migrantes, captado por cámaras de EFE mientras salía de las dunas antes de atravesar la Sierra de Samalayuca, relató el arduo desafío de superar los últimos 50 kilómetros de la ruta migratoria antes de llegar a la frontera con Estados Unidos. “Por migración cruzamos el desierto, porque nos detienen, no tenemos permiso mexicano. Gracias a Dios, me ha dado un poco de resistencia y el agua y todo”, contó Giovanni Alpizar, de 32 años, quien, acompañado por otros dos compañeros, cruzó una zona de 8 kilómetros de dunas bajo una temperatura de 41 grados. Alpizar prefirió no revelar su nacionalidad.
Con esta ruta, Alpizar esperaba evadir un retén carretero de militares y agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) situado a 50 kilómetros al sur de Ciudad Juárez, cerca de la ciudad estadounidense de El Paso.
Más riesgos tras más restricciones
Estos hechos se producen después de una caída de más del 70 % en los arrestos diarios de migrantes en la frontera de Estados Unidos con México desde el punto álgido de diciembre pasado, según informó el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, el mes pasado. Además, la migración irregular interceptada por México aumentó cerca del 650 % interanual hasta un récord de casi 1,4 millones de enero a mayo, según el INM en junio.
El padre Juan Carlos López, vocero de la Diócesis de Ciudad Juárez, subrayó la necesidad de que las autoridades de ambos países coordinen operaciones humanitarias para evitar que los migrantes tomen estos riesgos, especialmente durante el verano y con las crecidas del río Bravo (o Grande) debido a lluvias repentinas. “Es triste ver a personas, a seres humanos, al fin de cuentas hermanos por nuestra condición de humanos, muriendo en estas circunstancias, sea en el desierto, sea en el río, es muy lamentable”, señaló el párroco.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) declaró en septiembre pasado que la frontera entre México y Estados Unidos es “la ruta migratoria terrestre más peligrosa del mundo”, con más de 686 migrantes fallecidos o desaparecidos en 2022. El sacerdote pidió a las autoridades de ambos lados “organizar proyectos y campañas” para evitar la muerte de los migrantes.
“Hemos tenido lluvias en las zonas cercanas y eso ha hecho crecer el caudal del río Bravo, lo vuelven más peligroso y aún así se atreven con el riesgo de perder la vida. El calor en nuestra zona es muy fuerte, entonces en el desierto eso es arriesgar la vida”, comentó.
Un informe de las autoridades estadounidenses indicó que solo en las tres primeras semanas de junio, un total de 25 migrantes fallecieron en el desierto por deshidratación o ahogados al intentar cruzar el río Bravo, mientras que otros 35 fueron rescatados de dichos peligros.