Cali (Colombia), 4 febrero 2025 – Sin importar el día de la semana, la ‘Calle del Sabor’ en el centro histórico de Cali se convierte en un verdadero escenario de fiesta, un lugar en donde la salsa se vive en su máxima expresión. Conocida como la «capital mundial de la salsa», la ciudad se ha apropiado de este espacio como un fenómeno cultural que atrae tanto a locales como a turistas, dispuestos a vivir una experiencia única llena de ritmo y sabor.

El vibrante sonido de los tambores marca el ritmo de una calle que, aunque no es una pista de baile oficial, se transforma en una cada vez que alguien se atreve a ingresar. «No estás triste, solo te falta una rumbita en Cali. Aquí la música es la que manda la parada y todos, así no nos conozcamos entre nosotros, terminamos en una hermandad que solo da la salsa», expresa Sofía Pedroza, habitual visitante de este icónico lugar.

La ‘Calle del Sabor’ no solo es famosa por su música, sino también por su oferta gastronómica. Comida rápida, cerveza y una variedad de establecimientos permiten que la calle sea una gran pista de baile que reúne, en sus mejores días, a más de 7.000 personas. Este espacio es un claro ejemplo de la espontaneidad caleña, que ha logrado crear un punto de encuentro donde no importa la raza, el género o la ideología, solo la identidad y el amor por la salsa. «Cali se ha caracterizado por crear espacios así, de manera espontánea. Lugares extraños que tienen una buena melodía de fondo y en la que se reúnen personas», explica Fabio Mosquera, miembro de un colectivo de salsa local.

Los viernes, los eventos alcanzan su mayor apogeo, y la rumba se extiende hasta altas horas de la madrugada. En esos días, el público se llena de energía al ver a bailarines de la ‘vieja guardia’, con trajes coloridos y movimientos exuberantes, acompañados por músicos que, sin conocerse, forman orquestas improvisadas que contagian de alegría a todos los presentes.

La ‘Calle del Sabor’ también se ha convertido en un atractivo para artistas internacionales que, sorprendidos por la atmósfera, terminan tomando el micrófono y ofreciendo conciertos gratuitos para los asistentes. «La rumba aquí es una dinámica social que une al rico con el pobre, al gerente con el obrero, algo que solo tenemos y entendemos los caleños», subraya Mosquera.

A pesar de su carácter espontáneo, los establecimientos más reconocidos de la zona, como ‘Markiño’, ‘El Paisa’ y ‘La Barra’, trabajan en conjunto con las autoridades locales para asegurar que las fiestas se desarrollen de manera organizada, manteniendo su esencia y la seguridad de los asistentes.

El fenómeno de la ‘Calle del Sabor’ va más allá de una simple moda, se ha convertido en un símbolo cultural que demuestra cómo la salsa sigue siendo la banda sonora de la ciudad. Según el líder cultural Esteban Gómez, este espacio ha encontrado un lugar privilegiado en la época de las redes sociales, convirtiéndose en un punto de referencia para aquellos que quieren capturar el espíritu de Cali y mostrarlo al mundo.

La ‘Calle del Sabor’ representa, además, un ejercicio de «democratización de la rumba», según el melómano Óscar Jaime Cardozo. No se necesita pagar entradas costosas ni seguir un código de vestimenta, pues todos son bienvenidos a disfrutar de la fiesta en un ambiente de armonía. Este fenómeno recuerda las famosas verbenas populares de los años 70, 80 y 90, donde la salsa y la alegría se vivían en las calles sin barreras.

Para mejorar la experiencia, las secretarías de Desarrollo Económico, Turismo, Cultura y Seguridad de Cali trabajan para que la ‘Calle del Sabor’ cumpla con los parámetros de salubridad y seguridad, mientras el centro de la ciudad se renueva con proyectos como la peatonalización de zonas históricas.

Con su creciente popularidad, la ‘Calle del Sabor’ se ha consolidado como una tradición que llegó para quedarse, un espacio en el que los caleños siguen celebrando su amor por la salsa y su espíritu acogedor. «Este espacio llegó para quedarse. El culto a la salsa se vive en hermandad y así queremos seguir viendo a Cali, como la ciudad del buen ritmo y de los brazos abiertos para ‘tirar paso’», concluye Cardozo.

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