SEÚL, 15 enero.- El presidente surcoreano destituido, Yoon Suk-yeol, fue arrestado este miércoles tras un prolongado asedio a su residencia oficial en Seúl, donde se encontraba atrincherado. La detención ocurre después de que intentara declarar la ley marcial hace 43 días, acusando a la oposición de ser “fuerzas pronorcoreanas”.
Este arresto marca un hecho sin precedentes en la historia del país, siendo la primera vez que un presidente en ejercicio enfrenta tal medida. La moción parlamentaria que inhabilitó a Yoon el 14 de diciembre allanó el camino para esta acción judicial.
Operativo sin precedentes
Desde las 3:20 de la madrugada, un despliegue de 3.200 agentes, apoyados por unidades antidisturbios y la Oficina para los Casos de Corrupción de Altos Funcionarios (CIO), rodeó la residencia presidencial en Yongsan. El Servicio de Seguridad Presidencial (PSS), leal al mandatario, resistió durante horas con barricadas y cadenas humanas.
Pese a la presencia de más de 6.000 simpatizantes que intentaron bloquear el acceso, las autoridades lograron ingresar al recinto alrededor de las 7:00 am. Tras negociaciones con el equipo legal de Yoon, el expresidente fue arrestado a las 10:33.
Negativa a colaborar y mensajes en redes
Ya en custodia, Yoon se negó inicialmente a declarar ante la CIO en Gwacheon, aunque publicó en redes sociales una carta escrita a mano defendiendo su decisión de declarar la ley marcial como “un ejercicio de autoridad presidencial para superar una crisis”. También justificó su comparecencia como un acto para evitar “derramamiento de sangre”.
Cargos y posibles consecuencias
Yoon enfrenta cargos por insurrección, delito al que no es inmune un presidente surcoreano, además de abuso de poder. De ser declarado culpable de insurrección, podría recibir cadena perpetua o incluso la pena capital, aunque esta última no se aplica en Corea del Sur desde hace casi 40 años.
Paralelamente, el Tribunal Constitucional decidirá antes de junio si su destitución es definitiva o si será reinstalado en el cargo.
Este episodio es el más reciente en una crisis política que ha polarizado al país y desafiado sus instituciones democráticas.