Moscú, 30 dic.- Este 31 de diciembre, Vladímir Putin cumplirá 25 años al mando de Rusia, un cuarto de siglo caracterizado por su dominio absoluto del poder, la eliminación de opositores, guerras controvertidas y una política de anexiones que lo han colocado como uno de los líderes más polarizantes de la historia contemporánea.

Desde que asumió el poder en 1999, Putin se ha esforzado por restaurar el orgullo imperial de Rusia, humillado tras la caída de la Unión Soviética. Reelegido este año para otro mandato de seis años, ha consolidado una vertical de poder monolítica que comienza a mostrar signos de desgaste.

Un líder moldeado por el absolutismo y el nacionalismo

Putin ha construido un régimen personalista en el que se ha erigido como figura central, ejerciendo un control absoluto sobre el Parlamento y las instituciones del Estado. Su cercanía con la Iglesia Ortodoxa ha reforzado su imagen como un líder con un mandato casi divino, mientras promueve la idea de que Rusia es una nación elegida con un destino manifiesto.

Las reformas constitucionales que permiten a Putin permanecer en el poder hasta 2036 y la eliminación sistemática de la disidencia han transformado a Rusia en un régimen autoritario. Sin embargo, esta concentración de poder ha generado grietas visibles, exacerbadas durante la pandemia y, más recientemente, por la guerra en Ucrania.

El costo de la guerra en Ucrania

La invasión de Ucrania en 2022 marcó un punto de inflexión en su liderazgo. Aunque Putin buscaba una victoria rápida, la resistencia ucraniana y el apoyo militar de Occidente transformaron el conflicto en un desgaste prolongado que ha drenado los recursos y debilitado la posición geopolítica de Rusia.

Errores estratégicos, como confiar en informes de inteligencia erróneos, han socavado su credibilidad. Además, la corrupción en las fuerzas armadas y la creciente oposición interna, evidenciada por el fallido motín del Grupo Wagner liderado por Yevgueni Prigozhin, han dejado al descubierto las vulnerabilidades del sistema.

Grietas en la fachada del régimen

El reciente asesinato de un alto general ruso y el exilio del líder sirio Bashar al Asad a Moscú evidencian las tensiones dentro del Kremlin y las dificultades de Putin para mantener su hegemonía en varios frentes. A pesar de sus avances tecnológicos en armamento, Rusia sigue siendo un país lastrado por su dependencia de exportaciones energéticas y su rezago en otros sectores estratégicos.

Una visión geopolítica en disputa

El sueño de Putin de desafiar la hegemonía occidental enfrenta un desafío interno y externo. Mientras busca consolidar su legado como restaurador del poder ruso, el descontento popular y las consecuencias económicas y sociales de sus políticas podrían determinar si su liderazgo entra a los anales de la historia como un éxito imperial o un fracaso autoritario.

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