Redaccion Salud, 27 de diciembre de 2024.- Las fantasías sexuales son pensamientos humanos que forman parte de los recursos a los cuales recurrimos para explorar nuestros deseos. Surgen en nuestra mente con el propósito de generarnos sensaciones e incluso hacernos sentir más dispuestos para tener relaciones sexuales. A pesar de ser un tema tabú, la fantasía erótica nutre nuestra imaginación y capacidad creativa, y a veces resulta necesaria para desconectarnos de la realidad y entrar en sintonía para el disfrute sexual.
Además, las fantasías eróticas tienen varios beneficios. Pueden ser herramientas para liberarnos del estrés, aumentar nuestra actividad sexual y hacernos sentir más seductores. También se asocian con un mayor disfrute sexual. De hecho, investigaciones han determinado que existen edades en las que más deseo y disposición experimentamos, y la fantasía juega un papel relevante en este contexto.
Este pensamiento puede surgir por estímulos externos, como películas, o por estímulos internos, como recuerdos. Sin embargo, es importante aclarar que no se trata de pensar en cómo poner en práctica nuestros deseos, ya que en ese caso dejaría de ser fantasía. Por ello, resulta interesante explorar el significado de las fantasías más comunes y qué revelan sobre nuestras necesidades humanas.
La psicóloga Dania Piras, especialista en sexualidad típica y atípica, explica que las fantasías eróticas están influenciadas por el contexto histórico y cultural. Si bien estas pueden responder a necesidades individuales y nutrirse de experiencias personales, su naturaleza e intensidad pueden cambiar con el tiempo y en función del lugar. Por lo tanto, no deben considerarse como un indicador definitivo para comprender la psicología de una persona.
Asimismo, las fantasías pueden cambiar a lo largo de la vida y no definen nuestra identidad ni nuestra forma de ser. Por ejemplo, fantasear con el sexo en grupo no convierte a una persona en poliamorosa ni infiel, y pensar en un beso con alguien del mismo sexo no implica un cambio en la orientación sexual.
Además, debido a la amplia variedad de factores que las componen, las fantasías sexuales no deben considerarse como indicadores de patologías. Sin embargo, existen categorías comunes de fantasías. Según el estudio de Justin J. Lehmiller, del Instituto Kinsey de Sexualidad, las tres categorías más destacadas son:
- Sexo en grupo, tríos u orgías: Estas fantasías buscan satisfacer la necesidad de ser el centro de atención y reflejan el deseo de ser amado por varias personas al mismo tiempo.
- Sexo en nuevos lugares o en público: Relacionadas con el deseo de riesgo y de vivir situaciones inesperadas, estas fantasías demuestran la necesidad de experimentar nuevas formas de sexualidad y escapar de la rutina.
- Fantasías de poder y dominio: Estas están vinculadas con la necesidad de escapar de responsabilidades y afrontar ansiedades.
Por otro lado, la psicóloga Gurit E. Birnbaum, en un artículo de Psychology Today, sostiene que investigaciones demuestran que, con el tiempo, tanto hombres como mujeres incorporan en sus fantasías a personas que no son su pareja actual, lo que ayuda a compensar el aburrimiento o el agotamiento de una relación. Las fantasías también pueden contribuir a fortalecer la autoestima, ya que imaginarse en situaciones de deseo y apoyo emocional nos hace sentir más deseables.
Finalmente, Dania Piras recomienda que, si las fantasías se acompañan de un deseo irrefrenable de llevarlas a la realidad, o si son persistentes, obsesivas o perturbadoras, causando daño a la persona o a otros, es importante consultar con un especialista. La clave está en reconocer que las fantasías son herramientas para explorar deseos, pero cuando se vuelven problemáticas, requieren atención profesional.