Islas Galápagos (Ecuador), 22 nov.- Un equipo de científicos de la Fundación Charles Darwin (FCD) está llevando a cabo un análisis exhaustivo sobre los efectos del turismo de buceo en la Reserva Marina de Galápagos (RMG), un área de 143.000 kilómetros cuadrados ubicada en el océano Pacífico, que alberga una de las biodiversidades más ricas y endémicas del planeta.

Galápagos, un archipiélago declarado Patrimonio Natural de la Humanidad en 1978, atrae cada año a miles de turistas interesados en explorar sus aguas cristalinas y la abundante vida marina, incluyendo tiburones, mantarrayas, delfines y tortugas marinas. Con 3.700 especies reportadas, de las cuales el 25% son endémicas, la reserva se ha consolidado como uno de los mejores destinos de buceo del mundo.

Sin embargo, la intensa actividad turística en la región ha generado preocupaciones sobre su impacto en los frágiles ecosistemas marinos. Desde 2012, los científicos han estado monitoreando los efectos del buceo, observando problemas como el daño a los corales, el contacto inapropiado con los animales y las alteraciones en los procesos naturales debido a la proximidad excesiva de los turistas.

El ecólogo marino Nicolás Moity, líder del estudio, explicó que el objetivo de la investigación es usar métodos científicos estandarizados para determinar si el turismo de buceo está teniendo un impacto negativo en el ecosistema. “Estamos comparando los datos con otras regiones para obtener una visión más clara de las posibles alteraciones”, señaló.

Además, el Parque Nacional Galápagos (PNG), encargado de gestionar las áreas protegidas, ha implementado medidas para mitigar los impactos del turismo, tales como un código de conducta que regula las visitas y fomenta comportamientos responsables por parte de los turistas y guías. Esta normativa forma parte de un esfuerzo más amplio que incluye el Protocolo de Monitoreo Marino, que busca medir y mitigar las alteraciones en los ecosistemas marinos mediante indicadores clave, como la salud de las especies y la alteración de los ecosistemas.

A pesar de las preocupaciones, Moity destacó que el manejo del turismo en la zona ha mejorado considerablemente en los últimos años, particularmente en el ámbito terrestre, aunque subrayó la necesidad de seguir prestando atención a la protección del entorno marino, que sigue siendo una área menos vigilada.

El proyecto no solo se centra en la recopilación de datos, sino también en la educación de los turistas y guías. Tras varios talleres educativos, Moity observó una mejora significativa en el comportamiento de los turistas, lo que sugiere que la educación y la sensibilización son cruciales para la conservación del entorno.

El turismo de buceo en las Galápagos comenzó de manera espontánea en los años 80, impulsado por la demanda del sector, pero con una organización menos estructurada que el turismo terrestre. A pesar de los avances, los científicos consideran esencial continuar recopilando datos, y en 2025 se planea realizar una nueva recolección de información para seguir avanzando en la implementación de buenas prácticas y estrategias de manejo colaborativas, tanto con los guías como con las agencias de buceo, para asegurar que el turismo sea sostenible y compatible con la conservación de este invaluable ecosistema.

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