La inmigración, el centro de la batalla electoral en EE.UU., con enfoque en la frontera y discursos más restrictivos

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Nueva York, 14 oct.- En Estados Unidos, la inmigración ha vuelto a ser uno de los principales temas en la campaña electoral, con ambos candidatos presidenciales centrando su atención en los cruces ilegales en la frontera sur, dejando a un lado los beneficios que históricamente ha aportado la inmigración en un país donde gran parte de la población tiene raíces extranjeras.

Un reciente estudio del Migration Policy Center revela que, aunque los demócratas y republicanos difieren en el tono y los matices de su discurso, hay más coincidencias que nunca en las políticas fronterizas de ambos partidos en comparación con las últimas dos décadas.

El expresidente y candidato republicano Donald Trump mantiene una postura dura, alimentando la retórica de “ellos contra nosotros”, y propone medidas extremas como la deportación masiva y la eliminación de la ciudadanía por nacimiento. Trump vincula la inmigración con la criminalidad y la pérdida de empleos, utilizando estos temas para reforzar su base electoral.

Por otro lado, el presidente Joe Biden, que asumió el cargo en 2021, ha enfrentado la mayor cantidad de “encuentros” en la frontera con México, con 8,6 millones de inmigrantes detenidos, según datos de Pew Research. Aunque en 2023 se registró un récord de cruces, las cifras han disminuido este año gracias a las acciones coordinadas entre Estados Unidos y México. Sin embargo, la seguridad fronteriza sigue siendo clave para el 88% de los votantes, según una encuesta de agosto, lo que muestra que tanto republicanos como demócratas ven este tema como una prioridad.

Crisis de albergues en Nueva York y el “cierre de puertas”

En los últimos dos años, los solicitantes de asilo han sido redistribuidos por todo el país, con estados republicanos como Texas y Arizona enviando a miles de inmigrantes en autobuses a ciudades demócratas, como Nueva York. Esta ciudad ha recibido alrededor de 210.000 inmigrantes, lo que ha colapsado su sistema de albergues públicos con 65.000 nuevos huéspedes. Escenas de madres jóvenes vendiendo dulces en el metro o familias sin rumbo cerca de albergues reflejan la crisis que atraviesa la ciudad.

La postura de Biden sobre la inmigración ha cambiado notablemente desde que en 2019 invitaba a los inmigrantes a escapar de regímenes opresivos hacia un país de “puertas abiertas”. Hoy, su mensaje es claro: “Mejor, no vengan”, reflejado en políticas más restrictivas que también defiende su compañera de fórmula, la vicepresidenta Kamala Harris. Harris, quien ha enfatizado su experiencia como fiscal en San Francisco, ha propuesto reforzar la frontera y endurecer aún más las restricciones migratorias, mientras la administración Biden busca regularizar a ciertos grupos de inmigrantes, como los cónyuges indocumentados de estadounidenses.

A pesar de las acciones recientes, Harris ha reconocido que el sistema migratorio está “roto”. La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) y otras organizaciones temen que futuras administraciones desplieguen lo que han llamado una “máquina de deportación” en la frontera.

La narrativa de Trump y sus consecuencias

Por su parte, Donald Trump ha intensificado su discurso, comparando a los inmigrantes con “asesinos, violadores y pandilleros”, y ha acusado a Harris de ser responsable de traerlos al país. En sus declaraciones más polémicas, incluso sugirió que los inmigrantes haitianos están “comiéndose” las mascotas de los estadounidenses, una retórica que ha sido calificada de deshumanizadora por expertos como el profesor William Lopez, de la Universidad de Míchigan. Lopez, autor de Separados: la familia y la comunidad después de una redada de inmigración, sostiene que Trump ha empujado su lenguaje tan hacia la derecha que los demócratas, como Harris, prefieren evitar confrontaciones directas en este tema.

Lopez también destaca cómo figuras influyentes, como Elon Musk, han alimentado estas ideas. Musk recientemente afirmó que los demócratas quieren regularizar a los inmigrantes indocumentados para asegurarse su voto, aunque el proceso de naturalización puede tomar entre cinco y diez años, tiempo en el que los inmigrantes no pueden votar.

Con unos 330 millones de habitantes, Estados Unidos alberga a casi 48 millones de inmigrantes, de los cuales 11 millones no tienen documentación legal. A medida que se acercan las elecciones, el debate sobre la inmigración continúa siendo un tema divisivo, con ambos candidatos enfatizando medidas restrictivas en torno a la seguridad fronteriza y el control de los flujos migratorios.

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