Toronto, 21 sep. — Las nuevas y más estrictas restricciones para los estudiantes internacionales en universidades y colegios canadienses han generado preocupación entre los observadores de la industria educativa. Advierten que la creciente incertidumbre en torno a la educación postsecundaria podría dañar la reputación de Canadá como un destino atractivo tanto para estudiar como para vivir.
El sector educativo ya enfrentaba el impacto de la reducción en los permisos de estudio anunciada en enero, cuando el ministro de Inmigración, Marc Miller, implementó nuevas restricciones esta semana. Entre las medidas, destaca la reducción del 10% adicional en la admisión de estudiantes internacionales para los próximos dos años, fijando el límite en 437.000. A diferencia de las políticas anteriores, los estudiantes de posgrado y doctorado, que estaban exentos, ahora también se ven afectados. Además, se han impuesto requisitos más estrictos para el acceso al Programa de Permiso de Trabajo para Postgraduados.
Miller afirmó en una entrevista con Power and Politics de CBC que “hay margen de mejora” en las prácticas de contratación de las instituciones, sugiriendo que las provincias deben asumir un rol más activo en brindar apoyo financiero a las universidades y colegios. Aunque reconoció el papel del gobierno federal, el ministro fue claro al señalar que la admisión de estudiantes internacionales es “un privilegio, no un derecho”.
Impacto en la Educación y la Reputación Internacional
El crecimiento acelerado del número de estudiantes internacionales en los últimos años —más de 1,5 millones de permisos otorgados entre 2018 y 2023— ha sido objeto de creciente escrutinio. Se le ha atribuido presión en áreas como la vivienda y la atención médica, y algunos critican la falta de apoyo adecuado para los estudiantes extranjeros.
Gabriel Miller, presidente de Universidades Canadá, una organización que representa a 97 universidades públicas, expresó su preocupación por el impacto de las medidas. “Las universidades están sintiendo las consecuencias como un terremoto”, afirmó. Con las matrículas internacionales que llegan a ser hasta cinco veces más caras que las nacionales, algunas instituciones enfrentan déficits presupuestarios, especialmente en provincias como Quebec y Ontario.
Si bien aún se están evaluando las cifras oficiales de inscripción, que se conocerán en octubre, los datos preliminares indican una disminución significativa en el número de estudiantes internacionales, lo que preocupa a las universidades, que dependen de ellos para sus finanzas y su impacto positivo en la economía y la sociedad.
El Futuro de Canadá como Destino Académico
La cofundadora de ApplyBoard, Meti Basiri, señaló que Canadá ha pasado de ser el destino preferido de los estudiantes internacionales a ocupar el tercer lugar, detrás de Estados Unidos y el Reino Unido. Basiri, quien llegó a Canadá en 2011 como estudiante, cuestiona las políticas que han hecho del país un lugar menos acogedor, como las restricciones que afectan a los cónyuges de los estudiantes.
Mientras tanto, Pari Johnston, presidenta de Colegios e Institutos de Canadá, advierte sobre el impacto desproporcionado que las nuevas medidas tendrán en las instituciones de comunidades rurales y remotas, que ya enfrentan dificultades para mantener programas académicos y expandir su infraestructura.
Un Debate Político y Económico
El profesor Dale McCartney, de la Universidad del Valle Fraser, cree que estas restricciones están impulsadas más por la política que por una estrategia política clara. Señala que el gobierno está respondiendo a la creciente presión del Partido Conservador sobre la inmigración, buscando una postura más dura. “Están haciendo más difícil que los inmigrantes se conviertan en trabajadores y permanezcan en Canadá, y eso parece ser una buena política en este momento, aunque no sea la más adecuada a largo plazo”, concluyó.
Con estas nuevas políticas, Canadá podría ver cómo los estudiantes internacionales, una fuerza clave para la economía y el desarrollo de talento, optan por buscar oportunidades en otros países. La reputación del país como destino acogedor está en juego, y la industria educativa enfrenta el reto de adaptarse a un panorama cada vez más incierto.