Patacamaya, 21 de septiembre — La lucha por el control del partido oficialista en Bolivia, el Movimiento al Socialismo (MAS), ha escalado a las calles con una marcha de 187 kilómetros liderada por el expresidente Evo Morales. Este evento, que se dirige a La Paz, ha sido calificado por el actual mandatario, Luis Arce, como un intento de “golpe de Estado”.
Durante cuatro días, Morales ha marchado acompañado por miles de seguidores, avanzando en un recorrido donde la tensión se ha palpable. En el primer día de la movilización, se registraron enfrentamientos violentos en la localidad de Vila Vila entre grupos de mineros afines a ambos líderes, resultando en heridos de ambos lados.
Morales, en declaraciones a la prensa, acusó a Arce de contratar “barras bravas” para enfrentar su marcha y se mostró optimista sobre su llegada a la capital, prevista para el lunes por la mañana. La movilización se desarrolla a 3,800 metros sobre el nivel del mar, atravesando un paisaje andino casi despoblado.
Los participantes, que incluyen mineros, cholitas, sindicalistas y cocaleros, corean consignas como “¡Evo presidente!” y “¡Lucho traidor!”, mientras ondean banderas de la wiphala, símbolo de los pueblos originarios. Morales ha definido la marcha como la “Marcha para salvar Bolivia”, insistiendo en que su objetivo es defender la democracia, a pesar de que sus seguidores abogan por su reelección en 2025.
El presidente Arce, en un mensaje televisado, ha contraatacado las afirmaciones de Morales, acusándolo de intentar acortar su mandato y de provocar la crisis económica que afecta al país. La falta de combustible y la inflación han sido temas recurrentes en sus intercambios, con Morales responsabilizando a Arce por la mala gestión.
La pugna entre ambos líderes ha llevado a una división en el MAS, creando facciones conocidas como ‘arcistas’ y ‘evistas’. Esta fractura ha paralizado importantes iniciativas legislativas y ha dificultado el acceso a financiamiento externo, crucial para la economía boliviana.
A medida que la marcha avanza hacia El Alto y La Paz, los habitantes de estas áreas expresan su preocupación por posibles enfrentamientos y el impacto que esto podría tener en sus comunidades. La tensión entre estos dos líderes y sus seguidores continúa marcando un capítulo significativo en la política boliviana.